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Las cosas obvias de hablar en publico

 Hola y bienvenidos a este curso de introducción sobre cómo hablar en público.



Supongo que estás aquí porque tienes que dar un discurso pronto o porque quieres mejorar tus habilidades para hablar en público.



Sea cual sea tu profesión, es probable que tengas que hablar en público en algún momento de tu vida. Puede ser en una pequeña sala de reuniones ante cinco personas o en una gran conferencia ante un público de 100 personas. Y no es solo en tu trabajo; es posible que alguna vez tengas que hablar en una fiesta o en una boda. Cualquiera que sea la situación, hablar en público es algo que nos suele intimidar. De hecho, hay estudios que demuestran que hablar en público es el mayor temor de muchas personas. A veces nos cuesta admitirlo. Nos preocupa que afecte a la imagen que tienen de nosotros en el trabajo.



No eres la única persona con miedo a hablar en público. Incluso docentes y actores con años de experiencia te dirán que sienten las famosas mariposas en el estómago antes de ponerse frente a la audiencia. Esos nervios no son malos; son una señal de que tienes interés y quieres hacerlo bien.



Como actriz y profesora de oratoria, tengo que hablar en público con frecuencia, ya sea sobre un escenario, ante una cámara o en una clase. Lo irónico es que soy extremadamente tímida. Sin embargo, después de muchos años de práctica y de una adecuada planificación antes de cada clase y actuación, he aprendido a controlar mis nervios. Ahora los uso en mi beneficio. Imagino que cada vez que hablo en público es como una actuación. Según el contexto, interpreto un personaje o un papel en particular. Dependiendo de la audiencia, puedo ser seria o divertida. Si tratas tu discurso como una actuación, podrás concentrarte en el contenido.



Y no tienes que tener un carisma natural o ser una persona extrovertida para hablar bien en público. La clave para hacer una buena presentación o actuación es la preparación. La preparación te permite concentrarte en qué, cuándo y por qué estás hablando. Si reduces todos los elementos, te familiarizarás con el tema. Te permitirá no solo hacer una presentación más concisa, sino también reducir tu miedo a lo desconocido. De esta forma, reducirás los nervios y, por lo tanto, tendrás más confianza en el presente.



La preparación no se limita al tema en cuestión. Calentar el cuerpo y las cuerdas vocales y crear una mentalidad positiva también son claves para tener éxito. Recuerda que el cuerpo y la mente son las herramientas que usamos para transmitir nuestro mensaje. Cuanto más relajados y naturales parezcamos, mejor podremos captar y mantener la atención de la audiencia.



Todos empezamos en diferentes niveles. Sin embargo, al final de este curso habrás aprendido que, con las herramientas adecuadas, cualquiera puede hablar bien en público. Pero, antes de hablar en público, tenemos que saber bien qué queremos comunicar.


Al preparar tu presentación, primero debes hacerte esta pregunta: ¿quién me ha pedido que dé este discurso o esta presentación? ¿Cuál es nuestra relación y quién es esta persona para mí? Por ejemplo, ¿es tu jefe, un compañero de trabajo o simplemente alguien que conoces?



Una vez que lo hayas hecho, necesitarás obtener tantas respuestas como sea posible a las siguientes preguntas: ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿qué? y ¿por qué?



Las respuestas a estas preguntas te ayudarán a crear un plan específico. También te ayudarán a adaptar tu discurso a la audiencia. Haz que tu presentación sea lo más relevante posible para captar y mantener la atención del público.



Empecemos con la primera pregunta: ¿quién? ¿A quién vas a dirigir tu discurso? ¿Va a ser a un grupo de 200 personas, de 20 o de 5? Dependiendo del tamaño de la audiencia, la forma de expresar el contenido de tu presentación será diferente.


También deberías hacerte esta pregunta: ¿la audiencia está familiarizada con el tema del que voy a hablar? ¿Son principiantes o expertos? ¿Vas a dirigirte a una multitud de personas expertas en tecnología, a una sala llena de personal directivo o a un grupo de estudiantes? Si determinas las características demográficas de la audiencia, podrás ajustar tu vocabulario en consecuencia.



No hay nada peor que asistir a una presentación en la que el orador asume que la audiencia tiene exactamente los mismos conocimientos y la misma preparación que él. No entiendes la jerga, pierdes la concentración y dejas de escuchar.



La segunda pregunta que debes hacerte es: ¿cómo harás tu presentación? ¿Será cara a cara? ¿Será a distancia o por Internet? ¿En directo? ¿Se grabará previamente? También debes tener en cuenta el equipo con el que cuentas. ¿Tendrás un micrófono y, si es así, lo llevarás puesto o lo tendrás que coger con la mano? Además, ¿podrás utilizar diapositivas para la presentación? ¿Habrá un proyector? ¿Tendrás que pedir un mando a distancia? Dependiendo de estas respuestas, tendrás que hacer gestos diferentes con las manos. También sabrás si tienes la posibilidad de llevar notas.



La tercera pregunta es ¿cuándo? ¿Cuándo tengo que dar esta presentación? Y lo que es más importante: ¿cuánto tiempo tiene que durar el discurso? ¿Serán dos horas, una hora o cinco minutos? Si defines la fecha y la duración de la presentación, sabrás cuánto tiempo tienes para prepararte.



La siguiente pregunta es ¿qué? ¿De qué vas a hablar exactamente? Puede parecer obvio, pero es importante preparar un discurso bien estructurado. Eso significa no perder tiempo con los detalles que no son relevantes.


Por último, la pregunta más importante es ¿por qué? ¿Por qué te han pedido que hagas esta presentación? ¿Qué te hace la persona más indicada para el trabajo? ¿Dominas el tema? ¿Tienes alguna experiencia que puedes compartir? Tal vez tienes cualidades que pueden animar la presentación, como sentido del humor. Lo importante es que tienes que tener claro por qué estás allí. ¿Es para informar, enseñar o inspirar a la audiencia?



Anota toda esta información. Podrás elaborar tus ideas y planes a partir de las respuestas a estas preguntas. También servirá para crear un esquema para tu borrador. Este es un truco para empezar: haz dos columnas llamadas "Antes" y "Después". En la columna "Antes" escribe todo lo que crees que sabrá la audiencia antes de la presentación. En la columna "Después", anota todo lo que quieres que recuerde la audiencia de tu discurso. A partir de ahí, enlaza los elementos de ambas columnas mediante una columna intermedia. Este será el contenido de la presentación. Inténtalo.



Cuando das una presentación o un discurso, el contenido es extremadamente importante. Sin embargo, lo que mucha gente olvida es que su cuerpo también envía mensajes a la audiencia. Es lo que conocemos como lenguaje corporal. El lenguaje corporal es la comunicación no verbal. Incluye aspectos como la posición del cuerpo y de las piernas, los movimientos de los brazos y las expresiones faciales.



Por ejemplo, cuando sientes mucha presión, puedes cruzar los brazos o dar golpecitos con el pie. La audiencia puede interpretar estos gestos como aburrimiento por tu parte o falta de ganas. También queda poco profesional. Veamos algunas técnicas con las que podemos mejorar nuestro lenguaje corporal.



Estar de pie y hablar frente a un público puede ser duro físicamente, especialmente si no estás acostumbrado. Tendemos a cansarnos y cambiar el peso corporal de una pierna a otra [muestra el movimiento], cruzar las piernas [muestra el movimiento] o bailar un poco así [muestra el movimiento].


Esto dará la impresión de inestabilidad, desasosiego e incluso torpeza.



Para corregirlo, mantén una posición centrada. Eso significa mantener una posición erguida firme y estable, lo que dará una impresión de confianza y seguridad.



Abre las piernas un poco más que el ancho de las caderas. Tu cuerpo no debe estar tenso, sino relajado. No aprietes las piernas ni bloquees las rodillas.


Evita encorvarte manteniendo la espalda y la cabeza erguidas y estiradas. Imagina que un hilo invisible está tirando de ti hacia arriba. Mantener una posición centrada no significa permanecer inmóvil. Aunque te mantengas de pie con las piernas firmes, puedes moverte y hacer gestos con los brazos para acompañar tus palabras. Esto nos lleva a otro punto importante: controlar tus movimientos.



Si tienes espacio para hacerlo, puedes caminar. Dicho esto, no camines por caminar. Debes fijarte un destino. Si deambulas sin rumbo y sin motivo aparente puedes distraer a la audiencia. También puede dar indicios de que tus nervios te están afectando.


Prueba, por ejemplo, a cruzar de un lado al otro del escenario. Camina con un propósito para resaltar las transiciones en tu discurso. Cuando cambies de tema unos minutos más tarde, vuelve a caminar [muestra el movimiento]. Observa cómo nunca doy la espalda al público.



Esto es útil por varias razones. Te permite cambiar la perspectiva, recuperar el aliento y, sobre todo, hacer una transición entre dos partes de tu discurso. Para la audiencia, marcará un cambio que les ayudará a seguir el hilo de la historia.



Ahora, ¿cómo controlamos los gestos?


Los gestos deben comenzar con las palmas de las manos hacia arriba, hacia el público. Usa los brazos para hacer gestos completos y redondos, no cerrados [muestra el movimiento]. De esta forma, podrás mantener los brazos flexionados.


Mantén los brazos flexibles, no pegados al cuerpo. Sepáralos unos centímetros. Además, no tapes la cara con los brazos y las manos cuando los muevas [muestra el movimiento].


Tus movimientos deben ser completos [muestra el movimiento], pero no exagerados [muestra el movimiento]. Esto puede resultar difícil si sueles hablar con las manos. En ese caso, usa la energía que producen los nervios o el entusiasmo que sientes por tu discurso y controla esos gestos. Utilízalos para dar ejemplos como "en primer lugar, en segundo lugar, en tercer lugar..." [muestra el movimiento] o para hacer que los asistentes se sientan incluidos, de esta forma [abre los brazos].



Debes evitar lo siguiente:


No cruces los brazos delante de ti ni te agarres las manos por la espalda.


No te apoyes en una mesa o un atril.


No juegues ni hagas ruido con bolígrafos u otros objetos, ya que puedes irritar y distraer a la audiencia [muestra todos los movimientos].



Todos estos movimientos dan la impresión de aburrimiento o falta de confianza, y pueden hacer que desconectes del público.



¿A quién debes mirar? No fijes tu mirada en una única persona todo el tiempo. El resto de la audiencia puede pensar que te estás dirigiendo a esa persona. También puedes hacer que esa persona se sienta abrumada o avergonzada.



En lugar de eso, incluye a toda la audiencia. Recorre toda la sala con la mirada, deteniendo la mirada en varios puntos. Para hacerlo, puedes seguir el patrón W. Por ejemplo, detén la mirada durante unos segundos en una persona, luego mira a otra, y así sucesivamente hasta llegar al punto más alejado de la audiencia. Cuando llegues al final, recorre al público con la mirada en la otra dirección. También puedes cambiar la dirección de la W. Haz que todos se sientan incluidos, no solo tu jefe o las personas que crees que son importantes. Mira, habla, vuelve a mirar y, a continuación, habla de nuevo.


Por último, pero no menos importante, recuerda sonreír. Sonríe con la boca, pero también con los ojos. Si tus ojos no sonríen, tu sonrisa parecerá forzada. Si se nota que no quieres estar ahí, el público tampoco querrá estar allí.



Recuerda que no dominamos el lenguaje corporal de forma innata. Es algo que mejora con la práctica y la experiencia. Así que practica, pon tus conocimientos en práctica y te meterás a la audiencia en el bolsillo en poco tiempo.


Cuando hablas, lo más importante es lo que dices, pero también influye cómo lo dices. Tu forma de hablar puede cambiar completamente la percepción que tiene la audiencia de lo que dices cuando haces una presentación.



Además de elegir un registro adecuado para tu audiencia cuando hables, es importante que seas consciente de tus tics lingüísticos.


Los tics lingüísticos son cosas que repites constantemente sin ser consciente de ello. A menudo son palabras conectoras, como "entonces", "básicamente", "en realidad", "así", "pues", o emitir sonidos como "eeeh", carraspear o tomar aliento.


Para dar un ejemplo, voy a pedirle a mi amiga Ibis que nos ayude.



Ibis, me gustaría que mires a la cámara y nos hables de algo que te gusta mucho. Podría ser un libro, una serie o incluso tus planes para el futuro.



[Ibis da un breve discurso improvisado en el que incluye tics verbales naturales]



En lugar de respirar o usar la puntuación, Ibis usó muchos tics verbales. Para minimizar tus tics verbales, debes ser consciente de ellos. De esta forma, puedes aprender primero a escucharlos y luego trabajar para cambiarlos. Si no estás seguro de si tienes tics lingüísticos, grábate mientras hablas. Elige un tema que no hayas preparado y, sin escribir nada, habla a la cámara, como ha hecho Ibis.



Si tus tics son palabras, prepara sinónimos con antelación. Oblígate a usarlos en tu discurso.


Si tus tics son sonidos, sustitúyelos con pausas silenciosas y respiraciones.



"Ibis, ¿podrías volver a contar tu historia, pero esta vez tratando de evitar cualquier tic que puedas tener?".



[Ibis habla de nuevo sobre el mismo tema con menos tics verbales]



¡Mucho mejor!



En general, cuanto mejor prepares el contenido, menos tics tendrás. Si practicas y entrenas, aprenderás a controlarlos. Prepararte también te ayudará a superar el estrés y las inseguridades. También podrás manejar cualquier improvisación de manera más efectiva. Es una manera ideal de ir eliminando poco a poco tus malos hábitos.



[Se muestra una breve toma falsa con Ibis para reducir la posible tensión de corregir fallos lingüísticos]

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