Unidad Educativa Gonzales Suarez
Historia
Tema: Investigación
sexto parcial
Nombre: Kevin Iván Díaz Solís
Curso: 3 BGU C
Fecha: 27/04/2019
2018-2019
UNIDAD EDUCATIVA GONZALES SUAREZ
NOMBRE: Kevin Iván Díaz Solís
CURSO
3 C
FECHA 17/04/2019
TEMA: sexto parcial investigaciones
PAG 179
En América Latina el neoliberalismo comenzó
antes y ha enfrentado mayores resistencias. Es una práctica reaccionaria, un
pensamiento conservador y un modelo de acumulación basado en agresiones a los trabajadores,
en un marco de mayor internacionalización del capital. Hubo una etapa inicial
del ajuste y otra fase posterior de privatizaciones durante las dictaduras y
las transiciones posteriores. La aplicación del esquema neoclásico acentuó los
desequilibrios financieros, cambiarios y productivos tradicionales y repitió
los socorros estatales a los capitalistas a costa del erario público.
A diferencia de otras regiones, el neoliberalismo latinoamericano quedó afectado por el impacto de las sublevaciones populares. Mantiene el programa derechista, pero redujo su triunfalismo, atenuó sus ambiciones y acepta cierta intervención estatal. Puede ser visto como etapa del capitalismo, estrategia de libre-comercio, política económica o gobierno derechista. Para definir si se encuentra a la ofensiva o en repliegue hay que distinguir esas cuatro acepciones.
El librecambismo postula una imaginaria inserción natural en el mercado mundial y reproduce el subdesarrollo que genera la exportación primaria. Las brechas internacionales de productividad desmienten las fantasías de convergencia entre economías avanzadas y periféricas. El neoliberalismo hereda viejas teorías de inferioridad de los nativos, atraso cultural hispanoamericano y supremacía de Occidente. Retoma los mitos positivistas de la modernización basados en la copia del capitalismo avanzado. Despotrica contra la injerencia estatal, ocultando los beneficios que obtienen los capitalistas y no explica la continuidad de esa intervención al cabo de tantos gobiernos pro-mercado. Es absurda su presentación de la informalidad laboral como una resurrección de la competencia empresaria. Como creencia, programa o cosmovisión el neoliberalismo es la principal ideología actual de las clases dominantes. No ha sido internalizada por los oprimidos.
A diferencia de otras regiones, el neoliberalismo latinoamericano quedó afectado por el impacto de las sublevaciones populares. Mantiene el programa derechista, pero redujo su triunfalismo, atenuó sus ambiciones y acepta cierta intervención estatal. Puede ser visto como etapa del capitalismo, estrategia de libre-comercio, política económica o gobierno derechista. Para definir si se encuentra a la ofensiva o en repliegue hay que distinguir esas cuatro acepciones.
El librecambismo postula una imaginaria inserción natural en el mercado mundial y reproduce el subdesarrollo que genera la exportación primaria. Las brechas internacionales de productividad desmienten las fantasías de convergencia entre economías avanzadas y periféricas. El neoliberalismo hereda viejas teorías de inferioridad de los nativos, atraso cultural hispanoamericano y supremacía de Occidente. Retoma los mitos positivistas de la modernización basados en la copia del capitalismo avanzado. Despotrica contra la injerencia estatal, ocultando los beneficios que obtienen los capitalistas y no explica la continuidad de esa intervención al cabo de tantos gobiernos pro-mercado. Es absurda su presentación de la informalidad laboral como una resurrección de la competencia empresaria. Como creencia, programa o cosmovisión el neoliberalismo es la principal ideología actual de las clases dominantes. No ha sido internalizada por los oprimidos.
Al comienzo del nuevo siglo irrumpió la
crisis del neoliberalismo latinoamericano. Los desequilibrios generados por ese
modelo salieron a flote en toda la región, junto a la creciente primacía del
sector exportador en desmedro del desenvolvimiento interno. Aumentó la
heterogeneidad estructural de la economía y se concentraron las actividades más
rentables en un puñado de empresas. La capacidad del Estado para priorizar las
decisiones de inversión quedó muy debilitada.
Las dos etapas neoliberales de ajuste y apertura no sólo deterioraron los ingresos populares. También provocaron la desintegración de la vieja industria local gestada durante la sustitución de importaciones. Se acentuó la vulnerabilidad de todas las economías ante la descontrolada afluencia o salida de capitales externos. También se intensificó la dependencia del vaivén internacional de los precios de las materias primas. Las economías latinoamericanas volvieron a soportar la carencia estructural de divisas. No pudieron respaldar las reservas, ni mantener bajo control el tipo de cambio, la tasa de interés o el nivel de inflación. Cuando estos desequilibrios emergieron, los ministros pro-mercado abandonaron sus doctrinas y recurrieron al mismo endeudamiento que caracterizó a sus antecesores. Todas las prédicas de ortodoxia fiscal, cuidado monetario y prudencia en la expansión de la deuda pública fueron archivadas. Se optó por el costoso crédito externo para lidiar con las asfixias generadas por el propio modelo. En muy poco tiempo los mitos del rigor neoliberal en el gerenciamiento del Estado quedaron desmentidos. Esta política desembocó en la misma asfixia de pagos que ha jaqueado repetidamente a la región. Varios años de privatizaciones y flexibilidad laboral recrearon las crisis financieras, los quebrantos fiscales, las fugas de capital y los colapsos cambiario-monetarios del pasado. El desplome de la Argentina en 2001 fue la expresión más dramática de esta repetición de viejas convulsiones.
El neoliberalismo mantuvo un bajo nivel de actividad económica. La ilusión en un repentino despegue por el simple efecto de políticas conservadoras quedó desmentida. El recorte de los salarios y del gasto social no incentivó la inversión. Tampoco las privatizaciones encendieron la mecha del crecimiento. En todo el período estuvo ausente el esperado derrame de bienestar desde los acaudalados hacia el resto de la población. Sólo resurgieron los breves ciclos de mayor consumo de la clase media. Fue muy visible el acaparamiento de ingresos de los poderosos a costa de los trabajadores. El balance del neoliberalismo es contundente en los propios términos de ese esquema. Pretendía revertir el bajo crecimiento y mantuvo un reducido nivel de expansión de la economía. Esperaba eliminar las crisis financiero-cambiarias y agravó esos desmoronamientos. Prometía erigir una plataforma duradera de inversión y acentuó la distancia de la región con los países que incrementaron su desarrollo.
Los intentos de remontar estos fallidos con alguna dosis de la misma medicina terminaron precipitando las crisis mayúsculas de principio de siglo XXI. Estas convulsiones confirmaron que las clases dominantes atropellaron las conquistas populares, sin convertir esos éxitos capitalistas en procesos sostenidos de acumulación. Los propios impulsores del liberalismo extremo quedaron defraudados por un retroceso económico que deterioró la incidencia de América Latina en el mercado mundial. La cohesión política inicial del proyecto derechista se diluyó y el modelo afrontó su desafío más directo a partir de las sublevaciones populares de 1999-2005.
Las dos etapas neoliberales de ajuste y apertura no sólo deterioraron los ingresos populares. También provocaron la desintegración de la vieja industria local gestada durante la sustitución de importaciones. Se acentuó la vulnerabilidad de todas las economías ante la descontrolada afluencia o salida de capitales externos. También se intensificó la dependencia del vaivén internacional de los precios de las materias primas. Las economías latinoamericanas volvieron a soportar la carencia estructural de divisas. No pudieron respaldar las reservas, ni mantener bajo control el tipo de cambio, la tasa de interés o el nivel de inflación. Cuando estos desequilibrios emergieron, los ministros pro-mercado abandonaron sus doctrinas y recurrieron al mismo endeudamiento que caracterizó a sus antecesores. Todas las prédicas de ortodoxia fiscal, cuidado monetario y prudencia en la expansión de la deuda pública fueron archivadas. Se optó por el costoso crédito externo para lidiar con las asfixias generadas por el propio modelo. En muy poco tiempo los mitos del rigor neoliberal en el gerenciamiento del Estado quedaron desmentidos. Esta política desembocó en la misma asfixia de pagos que ha jaqueado repetidamente a la región. Varios años de privatizaciones y flexibilidad laboral recrearon las crisis financieras, los quebrantos fiscales, las fugas de capital y los colapsos cambiario-monetarios del pasado. El desplome de la Argentina en 2001 fue la expresión más dramática de esta repetición de viejas convulsiones.
El neoliberalismo mantuvo un bajo nivel de actividad económica. La ilusión en un repentino despegue por el simple efecto de políticas conservadoras quedó desmentida. El recorte de los salarios y del gasto social no incentivó la inversión. Tampoco las privatizaciones encendieron la mecha del crecimiento. En todo el período estuvo ausente el esperado derrame de bienestar desde los acaudalados hacia el resto de la población. Sólo resurgieron los breves ciclos de mayor consumo de la clase media. Fue muy visible el acaparamiento de ingresos de los poderosos a costa de los trabajadores. El balance del neoliberalismo es contundente en los propios términos de ese esquema. Pretendía revertir el bajo crecimiento y mantuvo un reducido nivel de expansión de la economía. Esperaba eliminar las crisis financiero-cambiarias y agravó esos desmoronamientos. Prometía erigir una plataforma duradera de inversión y acentuó la distancia de la región con los países que incrementaron su desarrollo.
Los intentos de remontar estos fallidos con alguna dosis de la misma medicina terminaron precipitando las crisis mayúsculas de principio de siglo XXI. Estas convulsiones confirmaron que las clases dominantes atropellaron las conquistas populares, sin convertir esos éxitos capitalistas en procesos sostenidos de acumulación. Los propios impulsores del liberalismo extremo quedaron defraudados por un retroceso económico que deterioró la incidencia de América Latina en el mercado mundial. La cohesión política inicial del proyecto derechista se diluyó y el modelo afrontó su desafío más directo a partir de las sublevaciones populares de 1999-2005.
1. Aumento del precio de la gasolina
El aumento del precio de la gasolina es quizá
la medida más impopular que puede tomar un mandatario venezolano: al sentarse
en las reservas de petróleo más grandes del mundo, muchos venezolanos creen
tener derecho a gasolina barata. En 1989, un aumento de su precio fue unos de
los detonantes del Caracazo, una ola de disturbios y saqueos que terminó con
cientos de muertos en la capital. En 1996, se aplicó un aumento que no levantó
protestas, pero desde entonces el precio ha estado inmóvil a pesar de que la
inflación desde entonces ha sido del 10.000%, según cifras oficiales.
Gasolina venezolana en el exterior es uno de
los negocios más rentables que hay. El gobierno dice que destina US$12.500
millones al año a abastecer la demanda interna de gasolina, una cifra que
genera todo tipo de desequilibrios fiscales. La gasolina ahora costará 1
bolívar por litro para la de 91 octanos y 6 para la de 95, que es la que usa un
70% de los conductores según cifras oficiales. Se trata de un aumento del
1.328% y el 6.085%, respectivamente, un incremento que muchos venezolanos temen
aumentará los precios del transportes y, por consiguiente, de todos los bienes
y servicios, que de por sí ya son caros debido a la inflación.
2. Devaluación
3. Ajuste de precios de productos regulados
Una de las frases más llamativas de las 4
horas de alocución presidencial fue esta: "El Abasto Bicentenario se pudrió”.
Para comprar bienes básicos son parte del paisaje urbano venezolano. Maduro se
refiere a una de las redes principales de supermercados del Estado, que es hija
de varias expropiaciones que ordenó Chávez hace unos años. Las autoridades han
arrestado esta semana a medio centenar de funcionarios de los Abasto
Bicentenario, que presuntamente estaban envueltos en una red de corrupción que
aprovechaba el acceso a bienes de precio regulado. Para reestructurar el
sistema de distribución y venta de alimentos del Estado, Maduro anunció la
creación de una corporación dedicada al tema y la intervención de las otras
redes de mercados estatales, Mercal y PDVAL.
5.
Aumentos de salarios y bonos
La única medida anunciada por Maduro que no
tendrá un impacto negativo en el bolsillo de los venezolanos es el aumento del
salario mínimo y de otros bonos alimenticios y de pensiones a partir del 1 de marzo.
En concreto, Maduro dijo que el salario mínimo pasa de 9.649 bolívares a 11.578
bolívares y que el bono de alimentación pasa de 6.750 a 13.275.Es decir:
quienes reciben ambos ingresos, que son la mayoría de los venezolanos, tendrán
un sueldo de 24.853 bolívares al mes, que a la tasa flotante de 200 bolívares
significa US$124. De estudio que mide la canasta básica dicen que necesitan 5
salarios mínimos al mes para comprar los esenciales. Sin embargo, muchos creen
que con una inflación de más del 140% anual, los aumentos del salario son paños
de agua tibia. Según el centro de estudios CENDA, la canasta básica de
alimentos mensual cuesta más de 100.000 bolívares. En 17 años los gobiernos de
Hugo Chávez y Maduro aumentaron el salario mínimo 31 veces, algo que para el
oficialismo es un motivo de orgullo, mientras que para la oposición, una prueba
más del "desastre revolucionario".
PAG 187
Wilma Salgado explicó que "las reformas
en la legislación financiera introducidas en 1994, pendientes a la
liberalización financiera, dejaron a los intermediarios financieros locales en
absoluta libertad de manejar la cartera de crédito, liberados de las normas y
controles que hasta entonces ejercía el Estado".1
La crisis financiera de 1999 conocida como el
Feriado Bancario antecede también al año 1992 fecha en que el sistema
financiero se liberalizo, siendo el banco central el que asume de manera
exclusiva actividades monetarias y cambiarias por lo que algunos mecanismos de
control se desvinculan de sus funciones, para 1994 mediante la ley de
instituciones financieras algunos banqueros aprovecharon esto para incrementar
sus actividades económicas y empresariales a través de créditos otorgados en
algunos casos por relaciones amistosas sin que la entidad financiera exija
garantías suficientes para el pago de dichos créditos.
La Crisis Financiera del Ecuador tuvo su origen
en el gobierno de Sixto Durán Ballén y Alberto Dahik, quienes promovían el
neoliberalismo en el Ecuador, cuando en 1994 crearon la Ley de Instituciones
Financieras, que liberalizó las tasas de interés y permitió la libre
circulación de capitales y el aumento de los créditos vinculados, que
proliferaron sin control. Lo que consecuentemente generó especulaciones, fuga
de capitales y los quiebres de los bancos.2
Otro factor importante que agravó la crisis
fueron los altos gastos militares efectuados que hizo el Ecuador para poder
afrontar el conflicto bélico del Cenepa de 1995
con el Perú.
Gastos no presupuestados y para empeorar las
cosas, azotó al Ecuador el fenómeno natural de El Niño de
1998 quedando el sector agrícola ecuatoriano destrozado y en bancarrota, súmese
a esto la crisis financiera internacional y el
desplome del precio
del petróleo en la época (US$ 6,30 por barril) siendo Ecuador un país
cuyos mayores rubros de exportación y el financiamiento del presupuesto estatal
dependen de la industria petrolera.
Los factores de mayor relevancia de la crisis
financiera en el ecuador de 1999 tenemos: 1: El fenómeno del niño. 2: Crisis
financiera internacional 3: El manejo de las políticas económicas (mayor
importancia) , que se ha centrado en evitar la quiebra de los bancos y en
privilegiar exclusivamente el pago del servicio de las deudas externas e
interna, ha tenido un efecto negativo mayor sobre el deterioro de las
condiciones de vida de la población ecuatoriana, sumida en la recesión
-inflación- devaluación - aumento del desempleo y de la pobreza, que impacto de
los efectos de la crisis financiera internacional, en sí misma, y del fenómeno
de EL NIÑO, a pesar de haber sido el más catastrófico desde el siglo XX.3
La Constitución de 1998, en la transitoria
42, especificaba que:
"Hasta que el Estado cuente con
instrumentos legales adecuados para enfrentar crisis financieras y por el plazo
no mayor de dos años contados a partir de la vigencia de esta Constitución, el
Banco Central del Ecuador podrá otorgar créditos de estabilidad y de solvencia
a las instituciones financieras (...)4"
Por lo cual, el Estado entregó importantes
sumas de dinero a los bancos nacionales.
El 8 de marzo de 1999, se declaró un feriado
bancario de 24 horas, que finalmente duró 5 días. Todas las operaciones
financieras estaban suspendidas. Mientras tanto, Mahuad decretó un
congelamiento de depósitos por 1 año, de las cuentas de más de 2 millones de
sucres. Aun así los bancos “quebraron” y el Estado asumió los costos,
transmitiéndolos a la población a través de diversos mecanismos, entre ellos,
la reducción del gasto social y la elevación del costo de los servicios.
Durante ese mismo año, el Banco
Central del Ecuador con el fin de salvar el déficit presupuestario del Estado
que le impedía cubrir con el gasto público, implementó una serie de medidas
devaluatorias del sucre. El efecto de decretar la inflación, fue la
depreciación de los ahorros de la población. En respuesta a las medidas del
banco central la población ecuatoriana empezó a cambiar masivamente la moneda
nacional, sucre, por el dólar americano que brindaba más confianza.
La crisis financiera produjo aproximadamente
un 70% del cierre de las instituciones financieras del país. En 1999 la
actividad económica fue -7 o -8% y el sucre perdía su valor por 195%. Las
pérdidas económicas ascendieron a 8.000 millones de dólares. El ingreso per
cápita del dólar americano había caído por 32% durante aquel año. El desempleo
aumentó de 9% al 17% y el subempleo aumentó de 49% al 55%. Fueron utilizados
1.6 mil millones dólares de los fondos del Estado de Ecuador a los bancos que
quebraron. El medio circulante aumentó a una proporción anual de 170% para
pagar a los depositantes de los bancos quebrados.
Con la dolarización encima y el dinero
congelado en las arcas de los bancos, se devaluó en forma significativa el
sucre y a una parte de la población le empezaron a devolver su dinero mucho
tiempo después pero ya en dólares americanos, lo cual perjudicó en gran
porcentaje la economía nacional, ya que el valor de un dólar era equivalente a
25,000 (veinticinco mil) sucres en ese entonces, y la devolución en dólares
significaba pérdidas para esta sociedad que empezaba un nuevo camino monetario.
Asimismo, ante la incertidumbre de la población por su dinero e impulsados por
la necesidad de realizar sus pagos o compras particulares; algunas personas
naturales pero adineradas se aprovecharon de ésta situación y como último
recurso les empezaron a comprar éstos certificados a un precio mucho menor o
con supuestos descuentos de lo que en realidad valía en dinero efectivo.5
Así mismo, con la dolarización el pueblo
ecuatoriano sufrió un cambio drástico debido a que las personas con dinero en
sucre perdieron doblemente, como el valor de los papeles y la devaluación del
dólar con respecto al sucre. Mientras que los grandes deudores de la banca
cerrada crearon fidecomisos para pagar sus altas deudas.
Un domingo 9 de enero del 2.000, el entonces
Presidente de la República Jamil Mahuad anunció en una cadena televisiva lo
siguiente: “El sistema de dolarización de la economía es la única salida que
ahora tenemos, y es el camino por donde debemos transitar”6
Los problemas económicos, financieros y
políticos irresolutos llevaron a masivas protestas, en las que un grupo de
mandos medios del ejército liderados por Lucio
Gutiérrez se
tomaron el Congreso Nacional y declararon un triunvirato con la participación
de civiles y el movimiento indigenista CONAIE, un 21 de
enero. Mientras tanto el alto mando de la Fuerzas Armadas retiró su apoyo al
presidente, derrocando a Mahuad el 22 de enero de 2000 y facilitando la
ascensión de Gustavo Noboa como presidente constitucional.
Este evento llevo a una profunda crisis
económica en el Ecuador, a los estratos sociales pobres los sumió en la miseria
y no hablar de las familias que ya estaban en ella antes de la crisis. Al año
siguiente, se produjo un golpe de estado en el país.
Esta inestabilidad económica e institucional
fue el origen de la mayor ola migratoria de la historia del Ecuador,
principalmente hacia países como España, Italia, y Estados Unidos. Muchas
familias ecuatorianas con el objetivo de lograr salir de la pobreza y dar una
calidad de vida a sus hijos. Varias familias se separaron, creando un fenómeno
social que hasta el día de hoy la sociedad ecuatoriana no puede superar,
tampoco olvidar. Esto hizo que haya ecuatorianos en muchas ciudades del mundo.
Aunque algunos regresan al país natal otros, no piensan volver.
Alfredo Arízaga, ministro de
Finanzas. Fue posesionado en el cargo en septiembre de 1999, en
sustitución de Ana Lucía Armijos, quien había sido designada como embajadora en
España. Para entonces, este economista tenía 38 años de edad con un postgrado
en macroeconomía. Estaba afiliado a la Democracia Popular (DP) y tuvo vínculos
con el grupo bancario La Previsora, según un reporte periodístico de la época
de diario Hoy. A su cargo estuvo la operatividad de la dolarización. Juan
Falconí Puig, ‘súperministro’ de la Producción. Llegó al gabinete de
Mahuad en octubre de 1999, cuando la crisis se había desencadenado. Antes ya
había sido ministro de Industrias del gobierno de Rodrigo Borja Cevallos. El objetivo
de su nombramiento era darle fluidez a las relaciones con los sectores
productivos de la Costa. Fue designado superintendente de Bancos en abril del
2000, por iniciativa del ex presidente Gustavo Noboa. Actualmente es embajador
en Londres del presidente Rafael Correa. Carlos Larreátegui, ‘súperministro’ de
Desarrollo Humano. En agosto de 1999, fue nombrado como el jefe del frente
social del Gobierno, para dar impulso a las políticas del área en medio de la
crisis económica. Adicionalmente, Mahuad lo designó como vocero de su Gobierno,
para que articulase las políticas del Gobierno y mantuviera contacto directo
con los medios de información. Larreátegui había sido secretario de la
Administración Pública en el gobierno de Sixto Durán Ballén y presidente ejecutivo
de la Asociación de Bancos Privados. BANCO CENTRAL Pablo Better, presidente del
Directorio del Banco Central Llegó al entonces organismo emisor en junio de
1999 por decisión de la Legislatura, como parte de las acciones del gobierno de
Mahuad para hacer frente a la crisis financiera. A sus manos llegó el proyecto
de Carondelet para dolarizar la economía. Sin embargo, no estuvo convencido y
no lo apoyó. La tarde del 10 de enero del 2000, cuando el Banco Central aprobó
la medida, instaló la sesión, pero se retiró y remitió su renuncia al Congreso
Nacional. Better había ocupado cargos como el Ministerio de Finanzas en la
administración de Rodrigo Borja. Virginia Fierro y Patricio Proaño, ex vocales
del Banco Central Para la época, ambos miembros del organismo se desempeñaban
como gerente y subgerente, respectivamente. En el caso de Virginia Fierro, el 7
de enero había expresado su rechazo a la propuesta gubernamental de introducir
al dólar como moneda nacional. Señaló que no era factible la medida por la intensa
inestabilidad que vivía el Ecuador. Patricio Proaño, entonces subgerente,
tampoco estuvo de acuerdo con la medida. Ambos integrantes dimitieron a sus
cargos y no votaron a favor de la medida. Modesto Correa, integrante del Banco
Central El entonces presidente subrogante del Directorio del Banco Central tomó
las riendas de la sesión en que se aprobó la dolarización, tras la renuncia de
las otras autoridades. Modesto Correa había sido el único miembro del organismo
que no renunció a sus funciones después de que en marzo de 1999 se decretara el
feriado bancario. En esa reunión, antes de aprobar el nuevo sistema monetario,
la institución también nombró a Miguel Dávila como su gerente. Antes de esa
designación, Dávila había sido administrador temporal del banco Popular.
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS Jorge Guzmán, superintendente de Bancos Jurista de
profesión y relacionado al sistema financiero, llegó a la Superintendencia de
Bancos en junio de 1999, por designación del Congreso Nacional, tras el
congelamiento bancario. Antes de ese cargo, había trabajado con el banco del
Pacífico. También ocupó la vicepresidencia ejecutiva de la Asociación de Bancos
Privados y presidió el Comité de Derecho Bancario. AGENCIA DE GARANTÍA DE
DEPÓSITOS Walter Valarezo, gerente de la AGD Fugaz fue su paso por la Agencia
de Garantía de Depósitos, creada antes de la crisis financiera de 1999. Llegó
al cargo en vísperas de que se decretara la dolarización. Específicamente el 20
de diciembre de 1999 y renunció a sus funciones en marzo del año siguiente.
Antes de asumir la titularidad de esa institución, había sido asesor de su
antecesor, Bruno Leone. Colaboró con él durante la elaboración del plan de
venta de activos para pagar a los clientes de la banca cerrada, según un
reporte de diario Hoy. Rafael Correa no se encontraba en el país en aquel tiempo.
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Para los representantes de las Organizaciones
Sociales de Imbabura el llamado a Paro solo es un mecanismo para desestabilizar
al Gobierno. Aseguran que el 13 de agosto trabajarán con más empeño.
Ibarra, 12 de agosto de 2015: Hoy, en el
parque Pedro Moncayo, los representantes de la Federación de Comunidades Negras
de Imbabura y Carchi (FECONIC), el Proyecto Pesillo-Imbabura, el Colectivo
Martina Carrillo y la Federación de Centros Awás del Ecuador (FECAE), dieron
una rueda de prensa para expresar el apoyo al presidente de la República,
Rafael Correa y al proyecto político de la Revolución Ciudadana.
Salomón Acosta, presidente de la FECONIC,
resaltó el trabajo realizado por el actual Gobierno e instó a mantener la
unidad “frente a un paro nacional que no cuenta con la representación de las
bases de las organizaciones sociales”, dijo.
“Estamos aquí para fortalecer este proyecto,
antes fuimos relegados, pero tenemos un nuevo un Ecuador. No podemos estar a
favor de una marcha organizada por la CONAIE y politizada por quienes en las
urnas no pudieron ganarle a Rafael Correa y quieren desde las calles, desde las
carretas, desestabilizar todo este proceso inclusivo”, aseguró Acosta.
Para Tania de Jesús, representante de la
colectiva Martina Carrillo, para respaldar al Gobierno solo basta con recordar
el trabajo para reformar las leyes caducas aprobadas mediante decretos ley,
y por diputados que no fueron capaces de legislar con interés nacional.
Al final todos hicieron un llamado al diálogo y la unidad
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La Historia del Partido Socialista de
Chile comienza el 19 de abril de 1933 con la fundación oficial del partido.
No obstante, los primeros antecedentes históricos del pensamiento socialista
chileno se remontan a mediados del siglo XIX, con la
fundación de la Sociedad de la Igualdad por Francisco Bilbao Barquín y Santiago Arcos Arlegui. Alcanzó
la presidencia de la República en 1970 con Salvador Allende, que fue
uno de sus fundadores en 1933.
Tras el Golpe de Estado de 1973 fue declarado ilegal por la dictadura
de Augusto Pinochet junto
con el resto de los partidos políticos; y sus militantes y simpatizantes fueron
exiliados al igual que los militantes y simpatizantes de los partidos y
movimientos que conformaban la Unidad Popular. Durante la
dictadura del General Pinochet, se fraccionó en diversos grupos que en mayor o
menor medida revisaron los planteamientos ideológicos históricos del PS, los
que se habían acercado más al marxismo, derivando
a posiciones socialdemócratas, no obstante el PS aún reconoce al marxismo como
uno de sus componentes ideológicos constitutivos actualmente. Estas fracciones
no volverían a unirse sino hasta el regreso de la democracia en 1990. Tras el retorno a la democracia, los
socialistas han vuelto a alcanzar al igual que Allende la presidencia de la
República con la presidenta Michelle Bachelet en 2006 y 2014.
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Libre comercio de bienes y servicios a nivel
mundial.
Disminución de los costos de producción.
Mayor competitividad empresarial y de calidad
de productos.
Desarrollo tecnológico que favorece los
niveles y rapidez de producción.
Mayor oferta de empleo en los países en vía
de desarrollo, ya que las empresas multinacionales se instalan estratégicamente
en ellos porque la materia prima y la mano de obra es más económica.
Se ha modificado la legislación a nivel nacional
e internacional con la finalidad de incentivar el comercio, los planes de
cooperación, la seguridad jurídica, la seguridad mercantil, nuevas políticas
públicas, entre otros.
Mayor intercambio cultural gracias a los
diversos canales de comunicación.
Incentivo de la actividad turística.
Se comparte un conjunto de valores
universales que traspasan fronteras y desencuentros culturales.
Las relaciones humanas se han fortalecido y
han podido superar diversas limitaciones, como la distancia, gracias al desarrollo
tecnológico.
Mayor accesibilidad para intercambiar y
acceder a información de interés nacional e internacional.
Los países desarrollados con grandes
potenciales y alcances económicos se han impuesto sobre aquellos países en vías
de desarrollo y de economías menores. Esto genera un gran desequilibrio
económico.
En los países desarrollados aumenta el
desempleo porque las empresas multinacionales abren sedes en países en vías de
desarrollo, donde la mano de obra y materia prima es más económica.
Desigualdad económica entre los ciudadanos de
un país, ya que las grandes empresas tienen mayores beneficios y capacidad
financiera que las de menor tamaño y poder.
Agotamiento de los recursos naturales y
materia prima en los procesos de producción.
En política
La globalización ha sido un reto que ha
tenido que enfrentar la política nacional e internacional. En algunos casos,
las medidas tomadas no han sido las más adecuadas y, por el contrario, se ha
generado mayor desigualdad social, cultural y económica.
Se puede ver afectada de manera negativa la
identidad nacional como resultado de que los países desarrollados sobreponen
sus culturas sobre las de los países en vías de desarrollo, a través de un gran
impulso comercial y de los medios de comunicación.
Se pierden las lenguas minoritarias.
A medida que pasa el tiempo, muchas de las
tradiciones autóctonas se van modificando al incorporar nuevas costumbres,
generalmente, de otros países.
La desigualdad social ha limitado el acceso y
uso de diversos recursos educativos, tecnológicos y económicos en muchos grupos
sociales en situación de pobreza.
Aumento en el número de confrontaciones entre
grupos sociales que buscan reivindicar sus valores sociales, religiosos y
culturales, ante los que se han implantado por medio de la globalización.
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La figura de Simón Bolívar es considerada por
muchos historiadores y estudiosos como la cara más visible del proceso
emancipador latinoamericano. El venezolano nacido en Caracas un 24 de julio de
1783 se erigió rápidamente como “El Libertador” de la América hispana, gracias
no sólo a su genio militar sino también a sus obras literarias, en las que
expuso su visión de una América Latina unida que pudiese constituir un
contrapeso frente a las grandes potencias de aquel tiempo.
El pensamiento de Simón Bolívar está
plenamente vigente en la actualidad, a pesar de que sus escritos datan del
siglo diecinueve. Además de resaltar la importancia que tenía la integración
política, militar y económica para el resguardo y preservación de la soberanía
de las naciones recién independizadas; Bolívar también se pronunció a favor de
la libertad de los esclavos negros e indígenas, para quienes avizoró y decretó
un futuro de trabajo libre y fecundo. En efecto, el 4 de julio de 1825, siendo
presidente del Perú, Bolívar emitió el decreto de los derechos del indio como
ciudadano, exonerándolos del servicio personal obligatorio y restituyéndoles la
titularidad de sus tierras.
En su obra escrita, Simón Bolívar hizo
hincapié innumerables veces en la importancia de la moral, la rectitud, el
desprendimiento y la búsqueda del supremo interés de la nación a la hora de
gobernar. En 1826, Bolívar reunió a altos representantes de las naciones
latinoamericanas recién independizadas en el Congreso Anfictiónico de Panamá,
el cual tenía el propósito de promover una confederación entre dichos países. A
este Congreso asistieron representantes de la Gran Colombia, Perú, México y
América Central. Hoy en día, se puede decir que los múltiples intentos por
alcanzar una América Latina más integrada tanto en lo comercial como en lo
político han tenido como predecesor a ese augusto Congreso de Panamá convocado
por El Libertador.
BIBLIOGRAFIA
Grupo de los 13 (8 de septiembre de
1986). «Bases de Sustentación del Régimen
Democrático». La Segunda. Consultado el 19 de septiembre de 2016.
elcomercio.com/actualidad/control-velocidad-radares-evasion-ambato.html
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