Después de la muerte de su progenitora, el 21 de diciembre de 1907, Hitler viajó a Viena, donde inicialmente se ganó la vida gracias a diversos trabajos como barrer la nieve, cargar maletas en la estación de trenes y ser un obrero de construcción.18 Sin embargo, sus problemas económicos no terminaron, y un año después de haber llegado a Viena fue desalojado de su apartamento y tuvo que vivir en un miserable hostal, recurriendo a comedores de indigentes para poder aplacar el hambre.18 No obstante, para 1910 su situación económica era más estable, y se mantenía exclusivamente pintando cuadros. Viena, una ciudad cosmopolita, con mucha vitalidad intelectual y multicultural, le fue por completo incomprensible. Aunque en posteriores discursos Hitler afirmaría que Viena era «una perla ante mis ojos», Baldur von Schirach lo contradiría:
Después de menos de tres meses de entrenamiento, Hitler fue enviado
al frente occidental. Sirvió en Francia y Bélgica, como mensajero de
la 1.ª Compañía del 16.° Regimiento de Infantería Bávaro de Reserva. Participó
en la Primera batalla de Ypres, donde su unidad
fue diezmada en cuatro días. Al finalizar la batalla, de los 3500 soldados
iniciales, solamente 600 podían seguir combatiendo.25
Posteriormente, sus oponentes políticos lo acusarían de ser un cobarde,
pero la evidencia los contradice.25 En octubre de
1916, en el norte de Francia, Hitler fue herido en la pierna y regresó al
frente en marzo de 1917, ascendido al rango de cabo. Sin embargo, no fue promovido más allá de este grado, al considerarse
en ese momento que Hitler no poseía dotes de mando. Hitler fue condecorado dos
veces: recibió la Cruz de Hierro de 2.ª clase
el 2 de diciembre de 1914, y la Cruz de Hierro de 1.ª clase el 4 de agosto de
1918, honor que era raras veces otorgado a un soldado de tan baja graduación.25 De acuerdo a
diversos testimonios, Hitler ganó su última Cruz de Hierro por haber capturado
sin ayuda a quince soldados enemigos, aunque los registros militares no
especifican la razón de esta condecoración.25
El soldado Adolf Hitler durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Hitler era considerado como un soldado «correcto», pero, según se
informa, era impopular entre sus compañeros debido a una actitud poco crítica
hacia los superiores. «Respetar al superior, no contradecir a nadie, obedecer a
ciegas», dijo, describiendo su actitud mientras era enjuiciado por el Putsch de Múnichen 1923. Uno de sus camaradas comentó:
Lo maldecíamos y lo
encontrábamos intolerable. Había un cuervo blanco entre nosotros que no quería
seguirnos la corriente cuando maldecíamos la guerra.25
En efecto, Hitler nunca se quejaba sobre la suciedad del frente y jamás
pidió un permiso para abandonarlo,25 aunque pudo
salir cuando estuvo recuperándose de la herida en su pierna en un hospital en Berlín. Cuando regresó,
empezó a pronosticar repetidamente que Alemania perdería la guerra por causa de
los judíos y los marxistas, a quienes acusó de robar a la nación y no prestar
servicio militar.26 En el aspecto
personal, Hitler nunca recibía cartas o presentes de amigos o familiares, y no
acompañaba a los soldados cuando hablaban de mujeres.25 Durante la
guerra, también aprovechó la oportunidad para dibujar algunas historietas y
dibujos de instrucción para el periódico del ejército.
En la imagen, una caricatura ilustra la Dolchstoßlegende: una mujer judíaataca por la
espalda a un soldado alemán. Hitler fue un ferviente creyente de esta leyenda,
culpando a los judíos y marxistas de la derrota alemana en laI Guerra Mundial.
El 13 de octubre de 1918, poco antes del final de guerra, Hitler quedó atrapado en un ataque de gas venenosobritánico, cerca
de Ypres. Fue trasladado a
un hospital de campaña, donde quedó temporalmente ciego por causa de los gases
tóxicos.27 El 10 de noviembre se encontraba
parcialmente recuperado en el hospital militar de Pasewalk, cerca de Stettin, cuando fue
informado que la monarquía había sido depuesta y que se había proclamado la
posteriormente conocida como República de Weimar. Cuando se enteró de que al día siguiente iba a
firmarse unarmisticio y que la
guerra se había perdido, Hitler cuenta que se derrumbó, y posteriormente
describió así su reacción: «Todo se hizo negro de nuevo ante mis ojos».28
Una investigación realizada por Bernhard Horstmann indica que
su ceguera temporal pudo
haber sido resultado de una reacción histérica a la derrota alemana.[cita requerida] Hitler
expresó metafóricamente que durante aquella experiencia, al quitarse la venda
que cubría sus ojos, fue cuando descubrió que el objetivo de su vida era lograr
la salvación de Alemania. Mientras tanto, fue tratado por un médico militar y
un especialista en psiquiatría, que, según se informa, diagnosticó al cabo como
«incompetente para comandar gente» y «peligrosamente psicótico».[cita requerida] Su comandante
declaró: «¡Nunca promoveré a este histérico!».[cita requerida] Sin embargo,
el historiador Sebastian Haffner, refiriéndose a la
experiencia de Hitler en el frente, sugiere que por lo menos tuvo algún tipo de
entendimiento con los militares.
La derrota alemana en noviembre de 1918 lo impactó
sobremanera, pues en la creencia popular alemana el ejército alemán permanecía
invicto. Como muchos otros nacionalistas alemanes, Hitler culpó a los socialdemócratas («los
criminales de noviembre») por el armisticio. Una explicación extendida por la
derecha conservadora sobre la causa de la derrota fue la Dolchstoßlegende («leyenda de la puñalada por la espalda»),
que pretendía argumentar que a espaldas del ejército los políticos socialistas
y marxistas habían traicionado y «apuñalado» por la espalda a los alemanes y a
sus soldados.
El Tratado de Versalles impuso
reparaciones de guerra y otras sanciones económicamente muy perjudiciales para
el país, declarando a Alemania culpable de los horrores de la Primera Guerra Mundial. Durante la negociación del
documento surgieron controversias entre el afán pacificador de Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos y el
revanchismo del premier francés, Georges Clemenceau. La reconciliación nunca estuvo dentro de los
objetivos del Reino Unido y Francia porque,[cita requerida] desde
mediados del siglo XIX, Alemania había rivalizado con estas dos potencias por la hegemonía de
Europa y el control sobre los territorios coloniales en África y Asia. El
tratado fue considerado por los alemanes como una humillación y fue un
importante factor en la creación de las reivindicaciones políticas y territoriales
demandadas por Hitler y su Partido Nacionalsocialista al llegar al poder.
Inicios
en el nazismo
Carné de Hitler como miembro del DAP.
Inicio de la actividad política
Hitler salió del hospital de Pasewalk el 19 de noviembre y el día 21
llegó a Múnich para reintegrarse a su batallón.31 Después de la
abdicación delkáiser Guillermo II el 9 de noviembre y la firma
del armisticio el día 11,
Alemania estaba sumida en el clima de agitación revolucionaria en que nació la República de Weimar y que en Baviera, tras la huída el
7 de noviembre del último rey de la dinastía de los Wittelsbach, Luis III,32 dio paso a la
nueva República de Baviera con un
gobierno provisional dominado por los socialdemócratas del SPD y sobre todo por el más
radical USPD, bajo la
presidencia de Kurt Eisner.33 Surgieron
consejos de obreros y soldados al estilo soviético y Hitler se
encontró a su regreso con que su unidad estaba bajo el control de uno de ellos
por lo que, según su propio relato en Mein Kampf, solicitó ser
transferido a otro destino y fue enviado al campo de prisioneros de guerra de Traunstein, cerca de la
frontera austriaca,34 donde
permaneció hasta finales de enero o principios de febrero de 1919.35 Aunque su
versión coincide con la de su compañero Ernst Schmidt, la actitud que mantuvo
durante estos meses debió ser bastante más ambigua de lo que deja traslucir y
hubiera justificado un tratamiento más extenso de haberse opuesto frontalmente
al gobierno que posteriormente sería calificado como el de los «criminales de
noviembre». No solo Traunstein estaba también regido por consejos de soldados
sino que Hitler aparece citado el 3 de abril como representante (Vertrauensmann)
de su batallón, un cargo que, entre otras atribuciones, tenía la misión de
cooperar con las autoridades transmitiendo a la tropa material propagandístico
y que muy probablemente Hitler ostentaba ya desde febrero.36 Además,
después del asesinato de Eisner el 21 de febrero, se produjo un periodo de caos
y anarquía que culminó con la corta fase de auténtico dominio comunista, con el
fin claro de instalar una república «soviética» y que es el estrictamente más
conocido como Räterepublik o «república de consejos».33 Al día
siguiente de su instauración, el 14 de abril, Hitler fue reelegido
representante de su unidad lo que parece indicar un cierto grado de respaldo
por su parte a la política del gobierno socialista o como mínimo que se abstuvo
de exteriorizar ningún tipo de oposición frontal.37 Este
comportamiento, sea de pasividad o de oportunismo, no solo trascendió más tarde
ocasionalmente en la prensa,38 sino que
también fue objeto de comentarios por parte de algunos dirigentes nazis
como Ernst Röhm, Ritter von Epp o Rudolf Hess,39 pero parece
fuera de duda su rechazo a la izquierda revolucionaria y es muy probable que
los votos que recibió fuesen de soldados que compartían ese criterio y conocían
su hostilidad hacia la Räterepublik.40
Después de que el gobierno soviético de Baviera fuera derrocado por
el Ejército alemán y grupos paramilitares
conservadores, a Hitler se le encargó la misión que le dio la oportunidad de
implicarse en la política por primera vez. Su labor consistía en investigar a
los miembros de su unidad que habían colaborado con el gobierno soviético. Su
trabajo fue apreciado por sus superiores, quienes lo emplearon a tiempo
completo, asignándolo al Departamento político de asuntos de prensa del
Ejército, a nivel distrital. De esta manera, Hitler se convirtió en un espía
militar, investigando a los muchos grupos socialistas que estaban naciendo en
toda Alemania. También participó como oficial educador en el «pensamiento
nacional», cursos organizados por el Departamento de Educación y Propaganda del
grupo bávaro de la Reichswehr. La principal
tarea de Hitler era entonces erradicar «ideas peligrosas», como la democracia, elsocialismo y el pacifismo.41 Un objetivo
clave de este grupo era crear una «cabeza de turco» para justificar
la derrota alemana.[cita requerida] Las cabezas
de turco fueron encontradas en elJudaísmo Internacional, los comunistas
y los políticos liberales, especialmente los miembros de la coalición de
Weimar, que eran considerados como los «criminales de noviembre».
En mayo o principios de junio de 1919, Hitler ya aparece
listado como V-Mann (Verbindungsmann, término alemán
para un espía de la policía) del Comando de Inteligencia (Aufklärungskommando)
del Ejército, con el objetivo de atraer a otros soldados de ideas similares. En
septiembre, se le ordenó que se investigara un pequeño partido denominado Partido Obrero Alemán (DAP). Aunque
este partido era nacionalista, los superiores de Hitler desconocían esto, y
sospechaban que podía ser un partido socialista o comunista.41
El 12 de septiembre Hitler asistió por primera vez a un mitin del DAP
celebrado en la Sterneckerbräu que debía
tener como principal orador a Dietrich Eckart, aunque debió ser sustituido
a causa de una enfermedad por Gottfried Feder. Cuando en el
debate final uno de los presentes se enfrentó a Feder y comenzó a defender el
separatismo bávaro, Hitler replicó con un discurso de tal intensidad que llamó
la atención de Anton Drexler, quien le regaló un ejemplar de su obra Mi despertar político y
le animó a volver y unirse al partido.42 En la segunda
mitad de ese mismo mes ingresó en el partido y, aunque él aseguraría
posteriormente ser su séptimo miembro, se le asignó realmente el número 555,43 también
ficticio porque por razones de imagen se decidió comenzar la numeración en 501
repartiendo los números en orden alfabético a los primeros militantes.44 Pocas semanas
después, el 16 de octubre, Hitler pronunció en la Hofbräukeller su primer
discurso público en un acto al que asistieron 111 personas,45 entre las que
se encontraba Ernst Röhm, que poco después
ingresaría también en el partido.46
Desde ese momento, la figura de Hitler fue cobrando más y más
protagonismo, participando a tiempo completo en las actividades del partido y
perfilando con nitidez la nueva ideología:
A principios de la
década de 1920, Hitler desarrolló un pronunciado sentido de su «misión
nacional» (...). La «misión» puede resumirse como sigue: nacionalizar las
masas; apoderarse del Estado; destruir al enemigo interno -los «criminales de
noviembre» (refiriéndose a judíos y marxistas, más o menos lo mismo para su
punto de vista)-; construir defensas; llevar a cabo la expansión «por la
espada» para garantizar el futuro de Alemania, superando la «escasez de tierra»
(Raumnot) y adquiriendo nuevos territorios en el este de Europa.47
El 24 de febrero de 1920 el partido celebró su primera reunión de
importancia en los salones de la Hofbräuhaus de Múnich. Ante unos dos mil asistentes Hitler leyó los
veinticinco puntos del programa del partido que habían redactado él y sobre
todo Drexler las semanas anteriores. Esos veinticico puntos se convirtieron
posteriormente en la teórica base «inalterable» del programa nacionalsocialista
y la fecha del 24 de febrero en un motivo histórico de celebración anual,
aunque en su momento tuvo una repercusión muy limitada y hasta el Völkischer Beobachter relegó la
noticia a sus páginas interiores.48
El 1 de abril de 1920, el Partido Obrero Alemán cambió su nombre a Partido Nacionalsocialista Obrero
Alemán; ese mismo día Hitler abandonó el Ejército. Poco después organizó
escuadrones de veteranos de guerra, liderados por Emil Maurice, para que
mantuvieran el orden en las reuniones del Partido, y expulsasen a los que no
estuviesen de acuerdo con los oradores.49 El 5 de octubre de 1921, estos escuadrones
fueron organizados bajo el nombre de Sturmabteilung (SA), también
conocidos como los camisas pardas por el color de sus uniformes. Muy pronto,
las SA, bajo el mando inicial de Johann Ulrich Klintzich, dejaron de
limitarse a su rol de mantener el orden y empezaron a atacar a los grupos
políticos opositores y a los judíos, lo cual acabó convirtiéndose en su
actividad principal.50 En la
primavera de 1920, Hitler toma como emblemas la Hakenkreuz —la cruz gamada— y el saludo
del fascismo italiano del brazo en alto.
Ya a principios de 1921, Hitler era considerado un gran orador, hablando
frente a muchedumbres cada vez más grandes. Ganó notoriedad fuera del partido
por sus discursos polémicos, atacando el Tratado de Versalles, y a grupos
rivales (sobre todo marxistas y judíos). Ese año, Hitler personalmente lideró a los camisas
pardas contra una reunión de federalistas bávaros. Aunque Hitler pasó tres
meses en la cárcel por la paliza que sus hombres propinaron a los federalistas,
al salir no mostró arrepentimiento alguno; por el contrario, estaba más
resuelto a emplear la fuerza contra sus adversarios:
En el futuro, el
movimiento nacionalsocialista evitará rudamente, si es necesario con la fuerza,
las reuniones o discursos que puedan distraer la mente de nuestros
compatriotas.51
Para el verano de 1921, Hitler era el líder del partido;52 no sólo era
el principal orador y propagandista, sino que también era la principal fuente
de ingresos de ese movimiento revolucionario. No obstante, los fundadores se
encontraban resentidos debido a la conducta dictatorial de Hitler, y
aprovechando que se encontraba de viaje en el norte de Alemania, planificaron
la fusión de su partido con otros grupos políticos; de esta manera, pensaban
reducir la importancia de Hitler y cuestionar su liderazgo. Hitler se enteró de
estos planes y regresó a Múnich, solicitando poderes dictatoriales en el
partido, de lo contrario renunciaría. Drexler respondió publicando una carta en
un periódico, denunciado los abusos autoritarios de Hitler, pero este presentó
una demanda legal en su contra, y Drexler se tuvo que retractar. Derrotado,
Drexler fue retirado de su cargo de presidente y Hitler lo sucedió,
convirtiéndose en el líder indiscutible del Partido Nazi. De esta manera, se
estableció el «principio del liderazgo», que formó el sistema de gobierno
político de la Alemania Nazi.53
En estos años Hitler conoció a Rudolf Hess, Hermann Göring, a Ernst Hanfstaengl y Alfred Rosenberg, quienes junto con
Eckart, lo introdujeron a círculos sociales más altos, de los cuales pudo
obtener generosas donaciones para el naciente partido.
Alentado por el rápido crecimiento, Hitler empezó a idear la toma del
poder. Sin embargo, su partido no era todavía la principal fuerza política en
Baviera, y era desconocido fuera de este estado; por lo que Hitler concluyó que
necesitaba el apoyo de las fuerzas políticas y las guarniciones militares
bávaras para lograr este objetivo.54 Influenciado
por la marcha sobre Romade Benito Mussolini, Hitler ideó
realizar una marcha similar hacia Berlín, con la que doblegaría al gobierno
nacional fácilmente.54
A finales de 1922, contaba ya con una pequeña y creciente banda de
seguidores fanáticos, inspirada por la «Marcha sobre Roma» de Mussolini, que
empezó a ver en él el deseo de un líder nacional heroico. En este sentido, un
libro publicado ese año se refería a Hitler explicando que
el secreto de su
personalidad reside en el hecho de que lo que yacía dormido en lo más profundo
del alma del pueblo alemán ha cobrado vida en él [...]. Y eso es lo que ha
aparecido en Adolf Hitler: la viva encarnación del anhelo de la nación.55
Putsch de Múnich
Hitler junto a los demás acusados por el Putsch de Múnich durante su
juicio.
En enero de 1923, luego de que el gobierno alemán se retrasase en el pago de las
reparaciones de guerra a Francia, esta nación procedió a ocupar la región industrial del Ruhr, devastando la economía germana. El
gobierno llamó entonces a la resistencia no violenta contra Francia, pero en
septiembre era obvio que esta estrategia no estaba generando resultados. El 26
de septiembre, el canciller alemán Gustav Stresemann decidió
reiniciar los pagos a Francia, y cancelar la estrategia de resistencia.
Stresemann previó que los nacionalistas y los comunistas iniciarían toda clase
de protestas y disturbios ante estas impopulares medidas, por lo que declaró
el estado de emergencia ese mismo día.56 De esta
manera, el comandante del Ejército, General Hans von Seeckt, se convirtió en
la principal autoridad de la República.56 Hitler vio
este período de inestabilidad política como la oportunidad para realizar su
propia versión de la marcha sobre Roma.54
No obstante, el tradicionalmente autónomo estado bávaro no estaba
dispuesto a aceptar la autoridad central del General von Seeckt. Ese mismo día,
el gobierno regional proclamó su propio estado de emergencia y colocó a Gustav von Kahr al mando de
Baviera. El gobierno nacional reaccionó exigiendo el arresto de varios líderes
nacionalistas y, además, reclamó la supresión del principal periódico nazi,
el Völkischer Beobachter. Cuando el
Ejército bávaro rehusó obedecer a su comandante en Jefe, el General von Seeckt
amenazó con utilizar la fuerza contra Baviera. Hitler se percató entonces de
que la situación regional solamente podría empeorar para él ya que,
probablemente, el gobierno de Stresemann lograría estabilizar la situación.
Cuando Kahr se negó a discutir la situación con Hitler y sus aliados, este
último sospechó que el gobierno de Baviera iba a capitular ante el gobierno de
Berlín, o peor aún, iba a declarar la independencia de Baviera.57 Hitler
decidió entonces realizar una maniobra arriesgada: iba a secuestrar a Kahr, al
comandante del Ejército en Baviera y al jefe de la policía regional; una vez en
su poder, los iba a convencer de que se uniesen a su bando, y luego, juntos,
iban a marchar hacia Berlín para derrocar a Stresemann. Para ganarse el apoyo
del Ejército, Hitler decidió usar al GeneralErich Ludendorff, como figura
respetada en su golpe de estado. El anciano
general había sido atraído al movimiento nazi unas semanas atrás.
En la noche del 8 de noviembre de 1923, Hitler y
los camisas pardas irrumpieron en una reunión pública liderada por Kahr en el
Bürgerbräukeller, una cervecería a las afueras de Múnich. Hitler proclamó
una revolución y anunció sus intenciones de formar un nuevo gobierno, junto a
Ludendorff, quien no estaba enterado del golpe,58 Antes de
iniciar su "Marcha sobre Berlín", que derrocaría al gobierno
nacional, Hitler reclamó la ayuda de Kahr y de las fuerzas militares locales.
Este último fingió ayudar a Hitler, pero, gracias a la ingenuidad de Ludendorff,
escapó en cuanto pudo y retomó el control regional.59 Al amanecer
del 9 de noviembre, el Ejército y la policía bávara estaban tomando posiciones contra los
golpistas; Ernst Röhm y sus tropas nazis se encontraban rodeados en el Ministerio de
Guerra bávaro, y Hitler decidió marchar junto con Ludendorff para liberarlos.
El anciano comandante alemán había convencido a Hitler de que los soldados y la
policía no dispararían contra él, y que se unirían a su causa.58 No obstante,
la policía no se replegó ante Ludendorff y se inició un tiroteo. Catorce
golpistas y cuatro policías murieron durante la refriega, entre ellos Max Erwin von
Scheubner-Richter, uno de los organizadores del putsch, que recibió un balazo
mientras marchaba en primera línea cogido del brazo de Hitler, quien escapó
únicamente con un hombro dislocado.60
Hitler saludando a las tumbas de los dieciséis nazis que murieron
durante el golpe de 1923.
Hitler se escondió en la casa de Ernst Hanfstaengl, donde redactó su
primer testamento político en el que designaba como su sucesor al frente del
NSDAP a Alfred Rosenberg y nombraba vicepresidente a Max Amann, pero carecen de
fundamento versiones posteriores de los hechos que afirman que intentó
suicidarse.61 Fue arrestado
la noche del 11 de noviembre,60 acusado
de alta traición y Rosenberg se convirtió temporalmente en el líder del partido.
Según Joachim Fest, esta subversión fracasada marcó uno de los grandes hitos en
la vida de Hitler, pues con ella habría finalizado su aprendizaje y se habría
dado paso a su verdadera entrada en la política.62
Su juicio, atrajo atención internacional, y le proporcionó una
plataforma política para anunciar su movimiento. Durante su juicio, que se
inició el 26 de febrero de 1924, Hitler recibió tiempo casi ilimitado para
hablar,63 lo que hizo
que su popularidad creciera debido a su poderoso y convincente discurso
nacionalista. A diferencia de los participantes en el golpe de Kapp, Hitler asumió la responsabilidad de la intentona golpista, pero negó
haber cometido un crimen:
Solamente yo cargo la responsabilidad. Pero no soy un criminal por eso.
Si hoy me presento aquí como un revolucionario, es como un revolucionario en
contra de la revolución. No existe la alta traición contra los traidores de
1918.64
El 1 de abril de 1924, Hitler fue sentenciado a 5 años de prisión en la
fortaleza de Landsberg, aunque la
Constitución estipulaba cadena perpetua contra
crímenes de este tipo.65 Hitler
recibió un trato privilegiado de los guardias y pudo recibir cartas y visitas
de sus admiradores.66 Fue absuelto
y liberado el 20 de diciembre de ese mismo
año, como parte de una amnistía masiva hacia prisioneros políticos. En total,
solo cumplió nueve meses de su condena.
Mein Kampf
La estadía de Hitler en la prisión de Landsberg le permitió organizar
sus ideas, que dictó a diversos secretarios. El resultado sería una obra
tituladaMein Kampf (Mi Lucha), aunque originalmente había
planeado llamarla Cuatro años de lucha contra mentiras, estupidez y
cobardía.67 Esta obra,
dedicada a Dietrich Eckart,[cita requerida] era una
autobiografía y, más importante aún, una exposición de la ideología
nacionalsocialista.
A través de sus 782 páginas, Hitler detalló los pasos que un futuro
Estado alemán nacionalsocialista debía seguir para finalmente convertirse en el
«amo del mundo».68 Primero aboga
por la conclusión definitiva de la hostilidad franco-germana, que se lograría
con la destrucción de Francia.68 Una vez
conseguido esto, Alemania finalmente se encontraría en libertad de expandirse,
con el objetivo de conseguir el llamado «espacio vital
alemán». Hitler concluye que el Tercer Reich no debe buscar colonias en Asia o África, sino que debe
expandirse hacia el este, a expensas de Rusia.68Aunque reconoce que
diversos pueblos ya habitan en Europa oriental, asegura que el
pueblo alemán tiene el derecho de desalojar a sus ocupantes:
...la naturaleza no ha reservado esta tierra para la futura posesión de
una nación o raza en particular; por el contrario, esta tierra existe para el
pueblo que posea la fuerza de tomarla.68
Acerca de la
expansión alemana hacia el este.
Hitler considera que la conquista de Rusia será relativamente fácil, ya
que los bolcheviques la controlan, y por lo tanto los judíos.69
En cuanto a la política interior del Tercer Reich, Hitler claramente
define que el sistema de gobierno será una dictadura:68 Además, el
Estado tendrá muy poco que ver con la economía, ya que en realidad será un
«organismo racial».69 Después de
establecer que la raza aria es superior sobre el resto, asegura que la misma debe subyugar a
las demás para poder «preservar e incrementar la cultura».70 Concluye que
los alemanes se encuentran en el estado actual debido a que no preservaron su
raza pura, y «gradualmente perdieron su creatividad cultural».70Después de escribir
esto, no es sorprendente que determine que el principal propósito del Estado
nazi sea:
...la preservación de los elementos raciales originales que confieren
cultura y crean la belleza y la dignidad de una humanidad superior.71
Asegura que en un futuro distante, la humanidad se enfrentará a
problemas que solamente una raza superior, con dominio del mundo, podrá
resolver.71
Aunque en la actualidad la interpretación de la historia alemana que
Hitler expone en Mein Kampf es considerada grotesca e
inexacta, muchos alemanes compartían su visión histórica. Peor aún, cuando
Hitler subiese el poder en 1933, se mantendría
fiel a sus escritos72 y llevaría a
cabo la expansión hacia el este, que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial y en un genocidio de los
pueblos eslavos y semitas.
Mein Kampf no solo sirvió para la exposición de las ideas de Hitler, también
le proporcionó su principal fuente de ingresos.72 Aunque el
libro se publicó en dos volúmenes entre los años de 1925 y 1926, solamente
vendió alrededor de 240 000 ejemplares entre 1925 y 1934, aunque en los
primeros años las ventas fueron bajas. Hitler pasó esos años esquivando los
impuestos aplicables sobre los derechos de autor de su libro, y acumuló una
deuda tributaria de cerca de 405 500 marcos. Esta deuda lo
perseguiría hasta que se convirtió en canciller.
Reestructuración del partido
Hitler salió de prisión el 19 de diciembre de 1924. Su movimiento revolucionario
probablemente estaba en su punto más bajo, el Partido Nazi y sus órganos
mediáticos habían sido prohibidos; además, Hitler tenía prohibido hablar en
público y el gobierno regional estaba recomendando que fuese extraditado a
Austria.73 Durante su
ausencia, Gregor Strasser y Erich Ludendorff lideraron el
movimiento nazi, y se fueron distanciando de él.
En el aspecto nacional, la inestabilidad política y económica que habían
contribuido en el rápido crecimiento del Partido Nazi estaban quedando en el
pasado.73 La hiperinflación y los fuertes
pagos de indemnización habían sido amortiguados, y los franceses habían
aceptado salir de la Renania. Aunque gracias a su fallido golpe Hitler llegó a tener cierta
prominencia nacional, el puntal de su partido siguió siendo Múnich y en los
meses siguientes el apoyo popular empezó a mermar. En las elecciones parlamentarias
de diciembre, los nazis, que participaron bajo el nombre de «Movimiento
Nacionalsocialista de Libertad», perdieron la mitad de sus votantes; en
contraste, los socialdemócratas estaban recuperando los votos perdidos. Los
nazis continuarían en decadencia hasta 1929, mientras tanto, Hitler tuvo que
seguir organizando el partido y luchando por mantener el liderazgo del mismo.
Aunque muchos de sus colegas creían que estaba acabado, Hitler salió de
prisión con una visión mesiánica de su papel en la historia, y aseguró que los
buenos tiempos de la República no durarían.74 73 A los pocos
días solicitó una entrevista con el Dr. Heinrich Held, primer ministro
bávaro, y luego de realizar promesas de buena conducta, consiguió que
legalizase el Partido Nazi de nuevo. Al periódico nazi Voelkischer Beobachter también se le
permitió circular de nuevo. Creyendo en las promesas de Hitler, el Dr. Held le
dijo a su Ministro de Justicia:
Aunque Hitler seguía siendo un autoritario, sus promesas de apegarse a
la Constitución eran parcialmente ciertas. Sin embargo, el futuro dictador no
había cambiado su ideología, sino más su estrategia. Habiendo fracasado en
derrocar a la República con un golpe de Estado, ahora perseguía la «estrategia
de la legalidad»; esto significaba adherirse a las normas de la Constitución de
Weimar para poder ascender al poder legalmente. Algunos miembros del partido,
sobre todo los líderes de las «camisas pardas», se opusieron a esta
estrategia; Röhm la llegó a ridiculizar, apodando a Hitler «Adolphe Legalité». De
esta manera, Hitler ahora se apoyaría en la democracia y las elecciones para
acceder al poder, y luego las destruiría:
En lugar de trabajar para conseguir el poder a través de un golpe
armado, debemos taparnos las narices y entrar al Parlamento como oposición a los diputados católicos y marxistas. Si
superarlos en votos lleva más tiempo que superarlos en disparos, por lo menos
el resultado será garantizado por su propia constitución... Tarde o
temprano alcanzaremos la mayoría, y después de eso a Alemania.76
Acerca de su nueva
estrategia constitucional.
El 27 de febrero de 1925, Hitler realizó su primer discurso desde su
arresto en 1923, aunque la mayoría de sus hombres de confianza faltaban: Rosenberg, Röhm, Strasser y
Ludendorff no asistieron, Eckart había muerto,
y Göring estaba exiliado. Sin embargo, Hitler dejó claro que no pensaba
compartir el liderazgo con alguien más:
Solamente yo lidero el movimiento, y nadie puede imponerme condiciones
mientras yo personalmente asuma la responsabilidad.76
En su primer
discurso al salir de prisión.
No obstante, en esta ocasión Hitler no pudo contenerse. Pronto empezó a
calificar al Estado, a los judíos y a los marxistas de ser «el enemigo»; y los
amenazó de muerte.76 De inmediato
el Estado bávaro le prohibió dar discursos por dos años. Desde entonces, la
mayor parte de su tiempo la pasó en Obersalzberg, donde continuó
escribiendo Mein Kampf.77 Temeroso de
que en cualquier momento fuera deportado, el 7 de abril de 1925, renunció a su
ciudadanía austríaca, convirtiéndose efectivamente en un hombre sin nacionalidad, ya que el
gobierno bávaro se negaba a concederle la alemana.78
Gregor Strasser, líder nazi que en varias ocasiones cuestionó el liderazgo de Hitler.
Sin poder utilizar sus dones de oratoria, Hitler empezó
entonces a trabajar como propagandista y organizador. Fue en estos años que
organizó el Partido Nazi a nivel nacional, y empezó a crear agrupaciones de
todo tipo dentro del mismo. Pronto se crearon las Juventudes Hitlerianas y la Liga de Muchachas Alemanas, y se
establecieron organizaciones en Austria, Checoslovaquia, el Sarre y la Ciudad Libre de Danzig. Se establecieron las SS como una
subdivisión de las SA; sus miembros
debían realizar un juramento de lealtad especial hacia Hitler y pronto se
distinguieron por ser más confiables que los rudos «camisas pardas». Hitler se
colocó a la cabeza de la jerarquía nazi, bajo el título de «Supremo Líder del
Partido y de las SA, Presidente de la Organización Nacionalsocialista Alemana
de los Trabajadores». Además, creó el «Directorado del Reich», compuesto por
los principales jerarcas nazis. Uno de los objetivos de crear esta estructura
tan vasta y compleja era la formación de «un Estado dentro de un Estado»;79 de esta
manera, cuando los nazis finalmente llegasen al poder, Hitler podría destruir
la estructura republicana en poco tiempo, y la reemplazaría por la estructura
de su Partido.79
Decidido a convertir a su partido en una fuerza nacional relevante,
Hitler llamó a Gregor Strasser y le propuso
la organización del movimiento en el norte de Alemania.80 La
personalidad de Strasser competía con la de Hitler, y la idea de trabajar con
independencia en Prusia, Sajonia, Hanóver y la Renania le agradó, por lo que se dedicó a esta tarea junto con su
hermano Otto Strasser y un joven secretario llamado Joseph Goebbels. Sin embargo, la
personalidad independiente de Strasser y su firme creencia en el elemento socialista del programa
nacionalsocialista le ganaron la animosidad de Hitler;81 80 en poco
tiempo, Strasser se convertiría en la amenaza más seria al liderazgo del
último, y esto eventualmente le costaría la vida.
El 22 de noviembre de 1925, Strasser realizó una conferencia en Hanóver,
donde apoyó la expropiación de bienes de la nobleza depuesta, medida que pronto
iba a ser consultada en un plebiscito. De esta manera,
la organización nazi del norte, la Arbeitsgemeinschaft der Gauleiter
Nord-West, se unió junto a los marxistas en la campaña electoral.82 Hitler contraatacó
el 14 de febrero de 1926, organizando una conferencia en Bamberg, donde obligó a
Strasser y a Goebbels a retractarse de su programa. Para complicar la posición
de Strasser, Goebbels abandonó su causa unos días después y se unió a Hitler.
Sin embargo, este no sería el fin de la enemistad entre Hitler y Strasser.
Después de este encuentro, el partido de Hitler quedó aún más
centralizado, y el llamado Führerprinzip («Principio
del líder») quedó finalmente arraigado en la organización partidaria. Bajo este
sistema, los dirigentes no serían elegidos por su grupo, sino más bien
designados por sus superiores, siéndoles delegada la completa responsabilidad
ante ellos, al tiempo que exigirían la misma obediencia incondicional a sus
subordinados. De acuerdo a Hitler, todo el poder y la autoridad debía ser
delegada de arriba hacia abajo.
Ascenso
al poder
El ascenso durante la Depresión
Reunión del partido nazi en 1930.
La Gran Depresión trajo nuevos
tiempos para el revolucionario alemán. Durante años Hitler había predicho que
llegaría y mientras varios bancos se declaraban en quiebra y millones perdían
sus empleos, él declaró su satisfacción, porque entendió que el momento era
oportuno para su discurso revolucionario:
Nunca en mi vida he estado más dispuesto e interiormente presto a la
lucha que en estos días. Porque la dura realidad ha abierto los ojos de
millones de alemanes a las estafas, mentiras y traiciones sin precedentes de
los marxistas engañadores del pueblo.83
Un elemento clave del discurso de Hitler fue su capacidad de revivir el
sentimiento de orgullo nacional, debilitado en la Primera Guerra Mundial y en
el posterior Tratado de Versalles. Después de estos sucesos, Alemania había
perdido importancia económica en Europa, junto con todas sus colonias, y además
había adquirido una pesada deuda al aceptar la responsabilidad de la guerra.
Hitler prometía repudiar al Tratado de Versalles, suspender los pagos de
indemnización, generar empleo, combatir la corrupción y controlar a los ricos.84 Sutilmente,
los nazis empezaron también a asociar a los judíos con los comunistas y los
empresarios corruptos, reviviendo antiguos sentimientos antisemitas.
Hitler posa para la cámara.
La inestabilidad económica de la Gran Depresión pronto se extendió al
campo político y benefició a Hitler. En marzo de 1930, Heinrich Brüning fue nombrado canciller de Alemania por el
presidente Paul von Hindenburg, ya que el canciller saliente fue incapaz de
conseguir la mayoría parlamentaria para gobernar. Brüning tampoco la consiguió,
pero se mantuvo en el poder gracias a los decretos presidenciales de
Hindenburg. De esta manera, la voluntad del canciller quedó sujeta a la del
presidente, y la voluntad del Parlamento alemán fue relegada a un segundo
plano. Sin embargo, Brüning era un demócrata, y procedió a
llamar a nuevas elecciones, con la esperanza de obtener la mayoría
parlamentaria necesaria poder gobernar sin la aprobación de Hindenburg.85 Irónicamente,
las elecciones parlamentarias de 1930 no
contribuirían en el fortalecimiento de la democracia, ya que convertirían al
Partido Nazi en la segunda fuerza política de Alemania y al Partido Comunista en la tercera.
Después de obtener apoyo popular, Hitler procedió a buscar el del
Ejército. El discurso nacionalista de Hitler hizo mella en jóvenes oficiales; y
una semana después de las elecciones, durante un juicio contra tres oficiales
que habían promovido la ideología nazi en el Ejército, Hitler fue llamado a
testificar y aprovechó esta oportunidad para intentar ganar el apoyo de los
militares, asegurando que «vengaría» la Revolución de Noviembre y que eliminaría los límites
impuestos al Ejército alemán en el Tratado de Versalles. La victoria electoral
de Hitler también atrajo la atención de los hombres de negocios germanos. Desde
1931, Walther Funk empezó a presentar a Hitler poderosos industriales; además, varias
empresas empezaron a financiarlo, entre las que destaca la aseguradora Allianz.86 Sin embargo,
la mayoría de empresas alemanas se negaron a apoyar al futuro dictador.87
Intrigas de Schleicher y Papen
Papeleta electoral de las elecciones presidenciales alemanas de 1932.
Como líder de la segunda fuerza política en el Parlamento, Hitler pronto
fue incluido en los planes de los gobernantes de la República de Weimar.88 A finales de
1931 se reunió con el canciller Brüning y el presidente Hindenburg, pero ambos
fueron incapaces de conseguir un acuerdo político con él. Fue después de esta
primera reunión que Hindenburg aseguró que:
...el «cabo bohemio» era un curioso personaje que podría llegar a ser un
Ministro de Correos, pero ciertamente no un Canciller.89
Hindenburg sobre Hitler.
Saludo fascista, abril de 1932
En este punto era claro que aún antes del ascenso de los nazis al poder,
el poder ya no residía en el pueblo ni el Parlamento democráticamente electo,
sino en el presidente Hindenburg, quien era muy anciano y propenso a ser
manipulado por la camarilla que lo rodeaba.94 Esto era
obvio para Hitler, y por eso, cuando Papen se le acercó unos días después de
haber salido de la Cancillería, decidió hacer un trato con él, ya que el
excanciller todavía contaba con la confianza del presidente. Esta alianza llegó
en el momento oportuno para Hitler, ya que el Partido Nazi se encontraba en
quiebra, y los seguidores más radicales estaban abandonando las filas para
ingresar al Partido Comunista. Para complicar la situación, Schleicher había
puesto en marcha su plan de dividir a los nazis, ofreciendo la Vicecancillería
a Strasser, y aunque este no había aceptado, sí tuvo una calurosa discusión con
Hitler, después de la cual renunció a todos sus cargos y envió su versión de la
historia a los periódicos, amenazando acabar con el Partido. Esta era la
amenaza más grave contra el movimiento nazi desde 1925, y Hitler amenazó
con suicidarse:
Si el partido llegara a caerse a pedazos, le pondré fin a todo en tres
minutos con un disparo.
Strasser tenía control sobre una parte importante de la estructura nazi,
pero en el momento crítico decidió viajar a Italia a tomar unas vacaciones, con
la esperanza de que Hitler lo llamase de regreso. El futuro dictador no sólo no
lo llamó, sino que aprovechó su ausencia para destituir a todos sus
simpatizantes de los cargos de importancia en el partido, y en su lugar nombró
a partidarios más fieles. Luego, convocó a todos los líderes nazis a Berlín,
donde les tomó un juramento de fidelidad personal. Cuatro días después de la
partida de Strasser, Hitler había tomado finalmente el control de toda la
estructura política del Partido.
El 4 de enero de 1933, Hitler se reunió con Papen, donde acordaron formar una coalición en
caso de que el último lograse convencer a Hindenburg de nombrar canciller al
líder nacionalsocialista. El 22 de enero, Hitler tuvo otra
reunión con Otto Meissner y con Oskar von Hindenburg, Secretario e hijo del presidente respectivamente,
consiguiendo su apoyo. El 28 de enero, después de pasar
varios días intentando conseguir apoyo de cualquier fuerza política sin éxito,
el canciller Schleicher presentó su renuncia ante Hindenburg. El anciano
presidente de inmediato buscó el consejo de Papen, quien le aseguró que podría
formar un gobierno con Hitler, donde los nazis serían minoría y estarían bajo
control.
Finalmente, el 30 de enero de 1933,
Hitler fue nombrado canciller de Alemania por el presidente Hindenburg.95 Políticos
conservadores como Papen, e industriales adinerados como Emil Kirdorf, pensaron que
lograría controlar al revolucionario alemán y que lo harían obrar en pro de sus
intereses, pero en unas pocas semanas Hitler demostraría ser más capaz que
estos, y durante su gobierno, muchos de los que lo ayudaron en su carrera al
poder terminarían siendo ejecutados, confinados en campos de concentración o huyendo al exilio para salvar
sus vidas.
Establecimiento
de la dictadura
Hitler con su primer gabinete, el 31 de enero de 1933. Conformado
principalmente por conservadores, que deseaban controlar a Hitler, muy pronto
fueron subyugados. (Al frente:Hermann Göring y Franz von Papen a su izquierda)
Con su llegada al poder, Hitler estaba lejos de encontrarse en una
situación segura, las mismas fuerzas que habían motivado la renuncia de los
tres últimos cancilleres seguían vigentes, y por lo tanto Hitler tenía que
lidiar con el presidente Hindenburg y su camarilla, quien a su vez era
respaldado por el Ejército y por su propio gabinete de ministros, controlado por los
conservadores e industriales, donde los nazis eran minoría.96 Además, en el
Partido Nazi estaban presentes las expectativas de 4 millones de camisas pardas que,
liderados por Ernst Röhm, no ocultaban su
desdén por el hecho de que tantos elementos conservadores compartieran
el gobierno con Hitler. Adicionalmente se encontraban las fuerzas políticas
opositoras en el Parlamento, socialdemócratas y comunistas, que controlaban
diversos gobiernos regionales; aunque, a pesar de su adversión por el nazismo,
jamás fueron capaces de aproximarse entre sí para formar un frente común contra
este.
El incendio del Reichstag y la ley habilitante
Artículos principales: Incendio del Reichstag, Decreto del incendio del Reichstag, Elecciones parlamentarias de Alemania
de 1933 y Ley habilitante de 1933.
Con solo el 34 % del Parlamento bajo su control, Hitler todavía
tenía que recurrir al «Anciano Caballero», el presidente Hindenburg, para lograr aprobar sus leyes.97 El
vicecanciller Franz von Papen, que gozaba del
apoyo de Hindenburg, estaba seguro que «en dos meses habremos arrinconado tanto
a Hitler que se pondrá a chillar».97 Papen no fue
el único que subestimó a Hitler, la prensa en general seguía esta misma línea
de pensamiento:
La composición del gabinete no deja a Herr Hitler la menor posibilidad
de colmar sus ambiciones dictatoriales.97
Consciente de su situación, Hitler ocultó inicialmente sus planes
revolucionarios, en sus primeras alocuciones evitó en lo posible alarmar al
ciudadano común.98 Sin embargo,
de inmediato empezó a trabajar para adquirir más poder; después de sabotear las
conversaciones con el Partido del Centro, Hitler informó a
su gabinete que eran necesarias nuevas elecciones.99 Ante las
protestas de Hugenberg y Papen,
Hitler los calmó asegurándoles que no cambiaría la composición del gabinete sin
importar el resultado. Para la campaña de las nuevas elecciones parlamentarias, fijadas para el 5
de marzo, Hitler pudo hacer uso de los recursos del Estado;99 además, contó
con el apoyo de un importante grupo de industriales; quienes, luego de queHermann Göring les asegurara
que probablemente serían las últimas elecciones «en los próximos cien años»,
donaron tres millones de marcos de la época para la causa
nazi.100Adicionalmente,
días antes, Hitler había tenido una cena con diversos líderes del ejército; a
pesar de su llamado al rearme de Alemania, los resultados fueron mixtos, pocos
altos oficiales tenían sentimientos democráticos y eran muchos los que deseaban
una dictadura militar, pero desconfiaban de los nazis.101
No contento con contar con muchos recursos para hacer campaña, Hitler
empezó a colocar trabas a los partidos de oposición. A través de decretos
presidenciales, impuso restricciones a los mítines políticos y restricciones a
la prensa.102 Además,
consolidó la autoridad de un gobierno paralelo regional en Prusia, y colocó a Göring al mando de la policía estatal. Al poco tiempo, la
policía prusiana con la ayuda de las «camisas pardas» empezó a disolver las
concentraciones opositoras; sólo los opositores más ilusos acudían a la policía
cuando eran hostigados por los nazis.103 Muy pronto,
otros siete gobiernos regionales de estados más pequeños fueron usurpados por
los nazis, que establecieron autoridades paralelas.104
El incendio del Reichstag permitió a Hitler acelerar sus
planes de persecución contra sus opositores, acusándolos de ser golpistas.
El 27 de febrero de 1933, una semana antes de las elecciones el edificio del Reichstag fue incendiado. Si bien todavía existe dudas sobre la autoría del incendio, es claro
que Hitler se benefició ampliamente de este crimen.105 Después de
que la policía atrapara a un comunista neerlandés de
nombre Marinus van der Lubbe en la escena del crimen, Göring
empezó a acusar a los comunistas de querer ejecutar un golpe de Estado, y la prensa nazi
pronto copió su discurso. Al día siguiente, Hitler no perdió tiempo en
presentar un decreto de emergencia de seis artículos, redactados por Göring,
donde solicitaba la suspensión de varios artículos de la Constitución de Weimar con el objetivo de «proteger
los documentos culturales alemanes».106 En realidad,
el llamado Decreto del incendio del Reichstag acababa con
todos los derechos que suelen defender las naciones democráticas: la libertad de expresión; el respeto a la propiedad privada; la libertad de prensa; la inviolabilidad del domicilio, de la correspondencia y de las conversaciones
telefónicas; así como la libertad de reunión y de asociación.106 Además,
permitía al gobierno nacional intervenir cualquier gobierno regional que
considerase incapaz de mantener el orden en su estado.107 Luego de que
Papen y Meissner apoyaran el
decreto, el anciano presidente lo firmó.106
Con estos poderes, la persecución nazi se intensificó, los dirigentes
comunistas fueron arrestados y enviados a campos de concentración; además, desde los medios del Estado
se inició una campaña de alerta contra el «terror comunista», tratando de
convencer al ciudadano alemán de que, a menos que no votasen por los nazis, el
país entraría en una guerra civil.107 108 Por otro
lado, Hitler moderó su discurso, aseguró que sólo necesitaba cuatro años en el
poder y minimizó su antisemitismo en público,
como dejó constancia el futuro presidente de Alemania de la posguerra, Theodor Heuss:
Vocifera mucho menos. Ha dejado de vomitar fuego contra los judíos y en
estos días es capaz de pronunciar un discurso de cuatro horas sin mencionar la
palabra «judío».109
Theodor Heuss, sobre el discurso
hitleriano antes de las elecciones parlamentarias de Alemania
de 1933.
El 5 de marzo de 1933 se celebraron las últimas elecciones democráticas
bajo el gobierno de Hitler, a pesar de su intensa campaña electoral y de la
persecución contra sus opositores, la mayoría parlamentaria seguía eludiendo a
los nazis, que obtuvieron el 44 % de los escaños.108 Aliado con
los nacionalistas de Hugenberg, Hitler controlaba
ahora la mitad del Parlamento; pero para poder llevar a cabo su revolución
nacional, el canciller demandaba dos tercios de los escaños.110 Para
solucionar esto, y haciendo uso del decreto del incendio del Reichstag, fueron
arrestados todos los diputados comunistas y unos pocos socialdemócratas
desafortunados, pasando por alto la inmunidad parlamentaria que gozaban.
Hitler se «subordina» ante Paul von Hindenburg, al inaugurar el nuevo Parlamento, 21 de marzo de 1933. Dos días después,
Hitler obtiene la ley habilitante, que acaba con el gobierno parlamentario y lo convierte en un dictador
constitucional.
Ahora Hitler contaba con suficientes diputados como para cambiar la
Constitución y arroparse de más poder; no obstante, primero realizó un acto
simbólico para tranquilizar a los movimientos representados por el presidente
Hindenburg: los militares, los junkers y los monarquistas. El 21 de marzo, la misma fecha en
que Bismarck inauguró el primer Parlamento del Imperio Alemán, Hitler inauguró
el primer Parlamento del Tercer Reich; seleccionó la
iglesia del cuartel de Potsdam, sitio de
importancia histórica para los militaristas prusianos, y Goebbels se esforzó en
crear una atmósfera que diese la impresión de Hitler estaba subordinado al
anciano Hindenburg.111 El embajador
francés, presente en la ceremonia, escribió después:
Después del llamativo compromiso hecho por Hitler en Potsdam, ¿cómo
podrían estos hombres —Hindenburg y sus amigos, los Junkers y los barones
monarquistas, Hugenberg y sus
alemanes nacionalistas, los oficiales del Ejército alemán— ... dudar en
concenderle su entera confianza, en cumplir todas sus peticiones, en
concenderle todos los poderes que exigiera?112
El 23 de marzo de 1933, el Parlamento Alemán, reunido en la Ópera Kroll, aprobó la Ley
para Aliviar las Penurias del Pueblo y del Reich, mejor conocida como la ley habilitante de 1933. Hitler pronunció un discurso
moderado que contrastaba con sus habituales diatribas. Prometió usar sus
poderes sólo en casos esenciales, y se comprometió con todas las clases;111 además,
pregonó por la búsqueda de la paz con Occidente e incluso con la Unión Soviética.111 Sin embargo,
al finalizar su exposición, dejó claro que si no obtenía estos poderes
legalmente del Parlamento, su gobierno los obtendría a través de otros métodos
más violentos.113 Solo
los socialdemócratas votaron en
contra de Hitler; el Zentrum cedió luego
de que Hitler les prometiera que toda ley suya podría ser vetada por el
presidente Hindenburg.114 De esta
manera, 441 diputados aprobaron la ley contra 94 diputados socialdemócratas115
Con esta ley, Hitler, por un período de cuatro años, tomaba todos los
poderes del Poder Legislativo, y ganaba la
capacidad de decretar leyes que «podían desviarse de la Constitución».112No obstante, no
buscando ganarse la enemistad de Hindenburg, la ley conservaba los poderes del
presidente intactos.112 De esta
manera, el Reichstag alemán sucumbía voluntariamente ante el canciller,
adquiriendo un estado de impotencia total que mantendría hasta la posguerra.
Gleichschaltung
Alemania entró entonces en un proceso conocido como Gleichschaltung (coordinación),
donde el Estado y la sociedad empezaron a ser asimiladas por el Partido Nazi y
sus organizaciones. En su deseo de unificar a Alemania bajo un totalitario
gobierno central, Hitler primero enfiló la ley habilitante contra el federalismo alemán. Los
gobiernos de los estados más grandes, Prusia y Baviera, ya habían sido
usurpados, y los gobiernos de otros estados más pequeños pronto corrieron la
misma suerte. El 31 de marzo, con la ayuda de Wilhelm Frick, Hitler promulgó
entonces una ley que disolvía todas las dietas regionales, y
ordenaba su reconstitución bajo los resultados de las últimas elecciones nacionales.116 Una semana
después, Hitler apuntó gobernadores para cada estado, y les concedió la
facultad de disolver las dietas y destituir a los jueces.116 De esta
manera, todos los gobiernos regionales empezaron a seguir las directivas de
Berlín, y Hitler lograba acabar con la celosa autonomía que los históricos
estados alemanes habían defendido desde la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
El siguiente objetivo de Hitler fueron los sindicatos, otrora poderosas
organizaciones obreras que habían contrarrestado exitosamente un golpe de derecha en 1920. Pero antes de acabarlas, Hitler
y Goebbels, ahora Ministro de Propaganda, se esforzaron primero en ganarse la
confianza de la clase trabajadora: después de restablecer el 1 de mayo como día
festivo; los nazis organizaron manifestaciones de obreros por todo el país;
Hitler en persona habló en el aeropuerto de Tempelhof frente a cien mil trabajadores,
promoviendo el motto «Honor, trabajo y respeto para el trabajador».117Al día siguiente,
el 2 de mayo, la actitud del gobierno cambió drásticamente, todos los sindicatos
fueron disueltos y «coordinados» forzosamente en un sindicato único, el Frente Alemán del Trabajo, y sus líderes
fueron colocados bajo «custodia protectora», un eufemismo que implicaba la
internación en un campo de concentración; ni siquiera aquellos que habían
estado colaborando con el régimen nazi se salvaron.117 Solamente a
los sindicatos católicos se les concedió un respiro de dos meses, luego
recibieron el mismo trato.117 Desde
entonces, los representantes sindicales fueron electos directamente por Hitler,
y como los contratos firmados por estos eran legalmente vinculantes, las huelgas quedaron prohibidas de facto.118
En este punto, los partidos políticos de oposición se encontraban tan
indefensos e impotentes que se empezaron a doblegar ante la mínima presión del
gobierno nacional; el 10 de mayo, se confiscaron
todas las propiedades del Partido Socialdemócrata, y se cerraron sus
periódicos;119 los
socialdemócratas respondieron eligiendo una nueva directiva más tolerante al
nazismo, pero tres días después, Wilhelm Frick disolvió el
movimiento por considerarlo «subversivo».119 Los líderes
socialdemócratas terminaron acompañando a sus homólogos comunistas en los
campos de concentración.120 El Partido Popular Alemán y el Partido Democrático Alemán, baluartes de la
democracia alemana, se disolvieron voluntariamente a inicios de julio;119 de inmediato
siguieron los partidos católicos, el Partido Popular de Baviera se disolvió
el 4 de julio, y su aliado nacional, el Zentrum, hizo lo mismo al día siguiente.119 Tampoco los
aliados derechistas de Hitler pudieron evitar ser «coordinados», el 21 de junio la policía
ocupó todas las oficinas del Partido Nacional del Pueblo Alemán, el partido
de Hugenberg; una semana después este renunció a su cargo de Ministro de
Agricultura, y disolvió el partido, también «voluntariamente».119
Con la oposición política neutralizada, Hitler propuso entonces a su
gabinete ilegalizar todos los partidos excepto el Partido Nazi. Este gabinete
había sido modificado, resaltaba Hjalmar Schacht como nuevo
ministro de Economía, y contaba ahora con ocho nazis; y aunque el
conservador Franz von Papen permanecía en el gobierno como vicecanciller,
estaba muy consciente de la futilidad de su posición.119 La ley
del partido único fue aprobada el 14 de julio, casi sin oposición dentro del
gabinete.120
Mientras Hitler se esforzaba por «coordinar» la sociedad alemana con el
Partido, al mismo tiempo obraba para mantener al margen de la sociedad a los
elementos raciales «inferiores». El 1 de abril llamó a un boicot contra los
negocios judíos, como respuesta a una «campaña mediática» que
supuestamente Estados Unidos e Inglaterra habían iniciado en su contra.121 Una víctima
de este período fue Albert Einstein, cuyos bienes y
propiedades fueron embargados luego de que se descubriera y considerase como
«arma comunista» un cuchillo de pan hallado en su nueva casa de veraneo.121 Aunque se
apostaron camisas pardas frente a los negocios judíos, en general hubo poca violencia, y la
ineficaz medida tuvo que ser levantada tres días después.118 El boicot sí
sirvió para sacar de su letargo, aunque temporalmente, al anciano Hindenburg; el presidente le recriminó al canciller el hecho de que los veteranos de guerra judíos no estaban siendo tratados como
ciudadanos alemanes. Hitler elaboró una vaga promesa para calmarlo, pero el 7
de abril promulgó leyes prohibiendo la presencia de judíos en la administración
pública, y restringió su presencia en la abogacía y la medicina.122 Luego limitó
el número de estudiantes judíos en las universidades, bajo el pretexto de
prevenir el «hacinamiento».122 No obstante,
las medidas de 1933 no fueron consideradas peligrosas por muchos judíos, que
creían que el objetivo de Hitler se limitaba a hostigar a los judíos
provenientes de Europa oriental.122
La purga de las «camisas pardas»
En poco tiempo, logró afianzarse en el poder, ocupando los cargos de
canciller y presidente de la República a la muerte de Hindenburg (2 de agosto de1934), nombrándose a sí
mismo Führer. Eliminó a los oponentes de su propio partido y a
colaboradores de dudosa fidelidad durante la llamada «Noche de los cuchillos largos», iniciando el
proceso de eliminación de diversos grupos raciales, políticos, sociales y
religiosos que consideraba «enemigos de Alemania» y «razas impuras», lo que le
llevó a reasignar las directrices a los campos de concentración para la liquidación sistemática
de comunistas, judíos,testigos de Jehová (Bibelforscher), gitanos, enfermos mentales
y homosexuales, principalmente, así como a un intenso rearme.
Las fábricas y factorías comenzaron a trabajar en la maquinaría del
rearme. Además para absorber mano de obra desocupada se empezaron a construir
modernas autobahns o carreteras.
Tercer
Reich
Habiendo obtenido el poder político que necesitaba, Hitler llegó a
obtener el apoyo y convencer a la mayoría de los alemanes de que él era su
salvador ante la economía derivada de la Gran Depresión, el comunismo, el
«judeo-bolchevismo», y el Tratado de Versalles, junto con otras minorías
«indeseables». Los nazis eliminaron la oposición a través de un proceso
conocido como Gleichschaltung.
Economía y cultura
Ceremonia en honor de los caídos (Totenehrung) en el Campo Zeppelínde Núremberg (septiembre
de 1934).
Hitler estuvo a cargo de una de las mayores expansiones de la producción
industrial y la mejora civil como nunca se había visto en Alemania, en su mayoría
sobre la base de la deuda de flotación y el rearme. Durante un discurso de la
Organización de Mujeres Nacionalsocialistas (NSF) en septiembre de 1934, Adolf
Hitler argumentó que para la mujer alemana su mundo era «su marido, su familia,
sus hijos, y su casa».
Esta política fue reforzada al instaurar la Cruz de Honor de la
Madre Alemana, junto con incentivos económicos para la mujer que tuviera cuatro o más
hijos. La tasa de desempleo se redujo sustancialmente, en su mayoría a través
de la producción de armas, construcciones de obras civiles (Organización Todt) y el envío de la mujer a casa, para que los
hombres pudieran ocupar sus puestos de trabajo. En vista de esto, se llegó a
afirmar que la economía alemana logró emplear a todos, al menos según la
propaganda de la época. Gran parte del financiamiento para la reconstrucción y
el rearme vino de la manipulación de la moneda por Hjalmar Schacht, incluyendo
los créditos a través de las cuentas mefo. Los efectos negativos de
esta inflación se compensaron durante los años siguientes por la adquisición de
oro de las tesorerías de las naciones anexadas.
Hitler también estuvo a cargo de una de las más grandes campañas de
mejora de la infraestructura en la historia alemana, con la construcción de
decenas de represas, autopistas, ferrocarriles, y otras obras civiles. Hitler
insistió en la importancia de la vida familiar: los hombres debían ser el
«sostén de la familia», mientras que las prioridades de la mujeres debían ser
la educación de los hijos y las tareas domésticas. Esta revitalización de la
industria y la infraestructura se produjo a expensas del nivel general de vida,
al menos para los que no fueron afectados por el desempleo crónico después de
la República de Weimar, ya que los salarios se redujeron ligeramente durante la
Segunda Guerra Mundial y se aumentó en un 25 % costo promedio de vida. Los
obreros y los agricultores, los votantes frecuentes del NSDAP, sin embargo,
registraron un aumento en su nivel de vida.
El gobierno de Hitler auspicio la arquitectura en una escala inmensa,
junto con Albert Speer que pasaría a ser el famoso «Arquitecto del Reich». Si bien como
arquitecto fue importante en la aplicación clasicista y la re interpretación de
la cultura alemana, Speer demostró ser mucho más eficaz como ministro de
armamento en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial. Todos estos avances
fueron ampliamente explotados por el Ministerio de propaganda dirigido por
Goebbels.
En 1936, Berlín fue sede de los Juegos Olímpicos de verano,
que fueron inaugurados y dirigidos por Hitler como una forma de demostrar la
superioridad aria alemana sobre todas las demás razas. Olympia, la película sobre los juegos y
otras películas documentales de propaganda para el partido nazi fueron
dirigidas por la cineasta personal de Hitler, Leni Riefenstahl.
Aunque Hitler hizo planes para una Breitspurbahn (una
red de ferrocarriles de amplio calibre) estos fueron cancelados tras el inicio
de la II Guerra Mundial. De haber sido construido el ferrocarril, su calibre
habría sido de tres metros, siendo incluso más amplio que el ferrocarril Great
Western de Gran Bretaña.
Hitler también contribuyó al diseño de un automóvil accesible y práctico
para el pueblo, automóvil que más tarde se convertiría en el Volkswagen Tipo 1, cuyo diseño y
construcción le fue encomendado al ingeniero Ferdinand Porsche. La producción de
este también fue aplazada a causa de la guerra.
Hitler consideró a la antigua Esparta como el
primer estado nacional socialista, y alabó su tratamiento eugenésico de los
niños deformes.
También otorgó la Orden del Águila Alemana, una de las más
altas distinciones del Tercer Reich, al industrial Emil Kirdorf en abril de
1937, en recompensa por su apoyo financiero durante su ascenso al poder. Al año
siguiente, cuando murió, también le organizó un funeral de estado.
El rearme y nuevas alianzas
Si bien se especula que desde 1919, se mantenía un programa secreto para
volver a armar un ejército por parte del gobierno Alemán, es en marzo de 1934,
cuando Hitler anuncia públicamente que el ejército alemán se ampliaría
a 600 000 hombres (seis veces el número estipulado en el Tratado de Versalles), así como la
introducción de una Fuerza Aérea (Luftwaffe) y el incremento del tamaño de la Marina (Kriegsmarine). Gran Bretaña, Francia e Italia, así como laSociedad de Naciones rápidamente condenaron estas acciones. Sin
embargo, dado que Alemania nuevamente explicó que sólo estaba interesada en la
paz, ningún país tomó medida alguna para detener este desarrollo y se permitió
que el programa armamentista alemán continuara. Además, el Reino Unido no compartía
la visión pesimista de Francia sobre Alemania, y en 1935 firmó un acuerdo naval
con Alemania, lo que permitió aumentar el tonelaje alemán hasta un 35% del de
la armada británica. Este acuerdo que se firmó sin consultar ni a Francia ni a
Italia, debilitó directamente la Sociedad de Naciones y puso al Tratado de Versalles en camino
hacia la irrelevancia.
En marzo de 1936, las disposiciones del gobierno alemán violaron
nuevamente el tratado al introducir tropas y ocupar nuevamente la
zona desmilitarizada en Renania. Ante la inacción
de los gobiernos de Gran Bretaña y Francia, el
afán expansionista de Alemania se extendió. En julio de 1936, comenzó la Guerra Civil Española cuando el ejército, dirigido
por el GeneralFrancisco Franco, se sublevó contra el gobierno de la República. Tras recibir una petición de ayuda
del general Franco en julio de 1936, Hitler envió tropas en apoyo de Franco, y
España sirvió como banco de pruebas para las nuevas fuerzas alemanas y sus
métodos, incluyendo el bombardeo de ciudades, como el de Guernica, en abril de 1937, primer bombardeo contra blancos civiles de la
historia,50 y que,
posteriormente, Pablo Picasso plasmó en
su célebre cuadro.
El conde Galeazzo Ciano, ministro de
Asuntos Exteriores de Benito Mussolini, declaró el 25 de
octubre de 1936 una alianza entre Berlín y Roma, a la que denominó «El Eje». El
25 de noviembre del mismo año, Alemania firmó el Pacto Anti-Comintern con
Japón. Para fortalecer la relación con esta nación, Hitler se reunió en 1937
en Núremberg con el príncipe Chichibu, hermano del emperador Hirohito.
Segunda
Guerra Mundial
Triunfos iniciales
El 12 de marzo de 1938, Hitler presionó a Austria para la
unificación con Alemania (el Anschluss) e hizo una
entrada triunfal en Viena el 14 de marzo. A ello le siguió la intensificación de laCrisis de los Sudetes, en la zona de habla alemana
de Checoslovaquia conocida como Sudetes; Esto condujo al
Acuerdo de Múnich de septiembre de 1938, que autorizó a la anexión y ocupación
militar inmediata de estos distritos por parte de Alemania. Como resultado de
la cumbre, la revista TIME proclamó a Hitler Hombre del Año de 1938. El primer ministro
británico,Neville Chamberlain, saludó este acuerdo como la «paz en nuestro
tiempo», pero al dar forma a las exigencias militares de Hitler, Gran Bretaña y Francia también
abandonaronChecoslovaquia a Hitler.
Hitler saluda a las tropas alemanas que se dirigen a Polonia.
La caída
El 22 de junio de 1941, aún sin doblegar a Inglaterra, tres millones de soldados alemanes
atacaron la Unión Soviética, rompiendo el pacto de no agresión que Hitler
había firmado con Stalindos años antes. Esta invasión, llamada Operación Barbarroja, cuya duración se estimaba en unos pocos meses,
incautó grandes cantidades de territorio, incluidos los estados bálticos,Bielorrusia, y Ucrania. También rodearon
y destruyeron muchas fuerzas soviéticas. Pero los alemanes debido al retraso de
cuatro meses por las operaciones en Grecia y Yugoslavia, no consiguieron llegar
a Moscú en diciembre
de 1941, en lo que también influyó la llegada anticipada del invierno ruso con
temperaturas de hasta -50 °C (el más duro en 50 años), todo ello unido a
la feroz resistencia soviética, reforzada con tropas siberianas del entonces
general Zhúkov especialmente adaptadas a las condiciones extremas. La invasión no
había logrado el triunfo rápido que Hitler quería.
Hitler firmó la declaración de guerra contra los Estados Unidos el 11 de diciembre de 1941, cuatro días
después del ataque del Imperio del Japón aPearl Harbor, Hawái, muchos
historiadores consideran este paso un grave error táctico y político, pues
logró reunir así en su contra una coalición que incluía el imperio más grande del
mundo (el Imperio británico), el más grande del mundo industrial y financiero
(los Estados Unidos), y el ejército más grande del mundo (la Unión Soviética).
A finales de 1942, las fuerzas alemanas fueron derrotadas en la Segunda Batalla de El Alamein, frustrando los
planes de Hitler para aprovechar elCanal de Suez y el Oriente Medio. En febrero de
1943, la titánica batalla de Stalingrado acabó con el cerco y la
destrucción del 6.º Ejército alemán. Poco después llegó la gigantesca batalla de Kursk (1 300 000
soviéticos, 3600 tanques, 20 000 piezas de artillería y 2400 aviones,
frente a 900 000 alemanes, 2700 tanques, 2000 aviones).
Desde Stalingrado, el plan militar de Hitler se volvió cada vez más
errático, los rusos comenzaron a avanzar obligando a la retirada de fuerzas
alemanas extenuadas y la situación económica interna en Alemania se deterioró.
Después de la invasión aliada de Italia (Operación Husky), en 1943, el aliado de Hitler, Mussolini, fue
depuesto por Pietro Badoglio, que se rindió a los Aliados. A lo largo de 1943 y
1944, la Unión Soviética constantemente forzó a los ejércitos de Hitler a
retroceder a lo largo del Frente Oriental. El 6 de junio de 1944, los ejércitos
occidentales aliados desembarcaron en el norte de Francia en lo que fue la
operación anfibia más grande jamás realizada, la Operación Overlord.
Hitler muestra a Benito Mussolini el estado en
que quedó la sala en la que llevó a cabo el atentado del 20 de julio de 1944.
En el ejército alemán, los más realistas sabían que la derrota era
inevitable, y algunos oficiales concibieron un plan para terminar con Hitler y
poner fin a la guerra. En julio de 1944, uno de ellos, el exoficial de
observación de artillería del mariscal Erwin Rommel, Claus von Stauffenberg colocó una bomba en el cuartel
general de Hitler en Rastenburg, la Wolfsschanze o Guarida del
Lobo, pero sin lograr su objetivo en uno de los atentados contra Hitler que estuvo más cerca de tener
éxito.
Este ordenó salvajes represalias, y una persecución implacable por parte
de las SS, lo que resultó en
la ejecución de más de 4900 personas, a veces por inanición en régimen de
aislamiento seguido por estrangulación lenta. El principal movimiento de
resistencia fue destruido, aunque pequeños grupos aislados siguieron
funcionando. La lista de personajes que cayeron es extensa y se puede citar
a Wilhem Canaris, Friedrich Fromm y Erwin Rommel, entre otros.
El atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944 le dejó secuelas
progresivas que lentamente fueron afectando su raciocinio, desenvolvimiento y
dominio de la situación.
Hitler también experimentó un deterioro de la salud. Su mano izquierda
temblaba; el biógrafo Ian Kershaw y otros creen
que puede haber sufrido de la enfermedad de Parkinson. También se ha
sospechado, por alguno de los síntomas, que pudo haber padecido sífilis, aunque las evidencias
en favor de ello son mínimas.
Últimos
días
Hitler regresó por última vez a Berlín el 15 de enero de 1945, en un
tren especial procedente de Ziegenberg, localidad cercana a Bad Nauheim, donde desde su
cuartel general conocido como «Adlershorst» o «Nido del Águila» había dirigido
desde el 11 de diciembre de 1944 la fracasada ofensiva de las Ardenas.123 124 Ahora su
principal preocupación era la ofensiva soviética en el frente oriental y el motivo
inmediato de su viaje fue la radical oposición de Guderian a su decisión
de trasladar a la división Grossdeutschland desde Prusia Oriental hacia el sur
para reforzar la defensa del frente polaco.125 Con su
habitual desconfianza hacia los generales de la Wehrmacht decidió que
debía estar más cerca del Estado Mayor de Zossen.126
El 30 de enero, con motivo del duodécimo aniversario de su ascenso al poder, dirigió por
última vez unas palabras al pueblo alemán en un discurso radiado que, pese al
optimismo deGoebbels, permitió constatar que sus palabras ya no conseguían levantar la moral
de la población ante la evidencia de lo desesperado de la situación.127 Ese mismo
día Albert Speer le comunicó que la pérdida de la producción de la Alta Silesia significaba
la total imposibilidad de seguir manteniendo un mínimo suministro de armas y
municiones al Ejército, a lo que Hitler se limitó a contestar que no le gustaba
recibir informes derrotistas y que mantuviera un completo secreto.128 Pocos días
después, el 3 de febrero, un devastador bombardeo diurno estadounidense, el más
duro que había sufrido Berlín hasta entonces, destruyó casi completamente la
vieja Cancillería del Reich y dañó gravemente el nuevo
edificio de Speer, lo que obligó a Hitler a vivir desde entonces casi
permanentemente bajo tierra, en un búnker subterráneo de dos
plantas situado bajo el jardín de la Cancillería en el que ya dormía desde su
regreso.129
El 12 de febrero el comunicado de la conferencia de Yalta, que incluía las duras condiciones impuestas por
los Aliados a Alemania
después de su derrota, entre ellas la división del país, la prohibición
del Partido Nazi y el
procesamiento de los criminales de
guerra, no hizo si no reafirmar su postura de que cualquier tipo de rendición
estaba fuera de discusión.130 Sus
esperanzas estaban puestas en lo que consideraba inevitable en un momento u
otro: la ruptura de los aliados occidentales, británicos y estadounidenses, con
los soviéticos.131 Al día
siguiente Hitler reaccionó con furia al enterarse del bombardeo de Dresde y fue necesaria la insistencia conjunta
de Keitel, Jodl, Dönitz y Ribbentrop para convencerle de que sería contraproducente su intención
inicial de ejecutar a un prisionero aliado por cada civil muerto.132
El 24 de febrero celebró la última reunión con los Gauleiter con motivo
del vigesimoquinto aniversario de su discurso de presentación del programa del
partido. Estaba en muy mala condición física, con dificultades para controlar
los temblores de su brazo izquierdo y habló sentado durante una hora y media en
la que rememoró la época «heroica» del partido y, entre evocaciones a sus
triunfos pasados, afirmó que era el único que podía juzgar el curso que tomaría
la fase decisiva en que se encontraba la guerra. Poco más podía añadir que
aludir a las armas milagrosas que se estaban desarrollando antes de volver a
recordar sus tesis, en el estilo del más implacable darwinismo social, de que si se
perdía la guerra sería porque al fin y al cabo el pueblo alemán no poseía el
«valor interno» necesario y él no sentiría la menor compasión por su
destrucción. Las obligadas ausencias de Erich Koch (Prusia
Oriental) y Karl Hanke(Breslau) eran reflejo de la situación real, así que su discurso no pudo disipar
el pesimismo incluso entre los incondicionales de la vieja guardia,133 aunque no
faltaron quienes como Rudolf Jordan, el Gauleiter, de Magdeburgo-Anhalt, se sintieron
revivir creyéndose ver ante el «antiguo Hitler».134 La fecha
había sido hasta 1942 motivo para un gran discurso de Hitler en laHofbräuhaus de Múnich, pero en esta ocasión se limitó a una proclama de cuya lectura se
encargó Hermann Esser y que se convirtió en la última que dirigió a los alemanes.135
Boda con Eva Braun y testamento
En su testamento privado, del que nombra albacea a Martin
Bormann, Hitler explica su decisión de casarse con Eva Braun, la voluntad de
ambos de morir y ser incinerados para escapar a la vergüenza de la derrota y
lega sus posesiones al Partido, o al Estado si
aquel dejara de existir, con la excepción de su colección de cuadros, cuyo destino
sería un nuevo museo en Linz, y los recuerdos personales o incluso bienes que a juicio de Bormann
fueran necesarios para el sustento de los sirvientes o allegados que le habían
servido con lealtad.140 138
Su testamento político es más extenso, con una primera parte en la que
reitera su tradicional retórica antisemita acusando a
los judíos de provocar el estallido de la guerra y recordando su profecía de que en ese caso no serían millones de
arios los que morirían sino los verdaderos culpables, en lo que parece una
transparente alusión a la solución final. Considera que
algún día aquella lucha de seis años acabaría siendo considerada un momento
glorioso y parece achacar la responsabilidad de la derrota a sus viejos
antagonistas, los oficiales del Ejército (no así a los de la Marina), por su
falta de arrojo y fidelidad. En la segunda parte pasa a nombrar un nuevo
gobierno y comienza expulsando del partido y desposeyendo de todos sus cargos aHermann Göring, al que acusaba de deslealtad por intentar sucederle y tomar el poder
prematuramente, y a Heinrich Himmler, por negociar a
sus espaldas con el enemigo. En lugar de Göring escogió para sucederle a Karl Dönitz recuperando
para él el cargo de presidente del Reich que había
ostentado Hindenburg. Premió la fidelidad de Joseph Goebbels con el
nombramiento de canciller, sustituyó como ministro de Asuntos Exteriores a Joachim von Ribbentrop por Arthur Seyss-Inquart, como Reichsführer-SS a Himmler por Karl Hanke y puso al
frente del Ejército al general Ferdinand Schörner.d 142 143 Ambos
documentos estuvieron terminados sobre las cuatro de la mañana, hora a la que
constan las firmas de Goebbels, Bormann, Wilhelm Burgdorf y Hans Krebs en el testamento político, mientras para el privado Nicolaus von Below añadió la suya a las de Goebbels y Bormann.144 141 Cerca del
mediodía salieron emisarios con copias de los documentos a diferentes destinos:
una copia del testamento político se le confío al ayudante de Hitler, Willi Johannmeier, para ser
entregada al general Schörner, y debían llevar copias de ambos
testamentos Wilhelm Zander, adjunto de
Bormann, a Dönitz y Heinz Lorenz, oficial del
Ministerio de Propaganda, que además portaba un «Apéndice al testamento
político del Führer» escrito por Goebbels que debía hacer llegar a la Casa Parda, la sede del Partido Nazi en Múnich. Por diferentes
circunstancias ninguno de los mensajeros consiguió completar su misión.145 146
Suicidio
Hacia el mediodía del 30 de abril comunicó a Martin Bormann la decisión
definitiva de suicidarse y dio a su ayudante Otto Günsche instrucciones
estrictas sobre la cremación de su cuerpo y el de su esposa, según dijo no
quería que fueran exhibidos en el «museo de cera de Moscú». Inmediatamente
Günsche ordenó al chófer de Hitler, Erich Kempka, que consiguiera
unos doscientos litros de gasolina y los hiciera llevar al jardín de la
Cancillería. Después y como de costumbre sobre la una, Hitler almorzó con
aparente tranquilidad en compañía de sus secretarias, Traudl Junge yGerda Christian, y de su
cocinera Constanze Manziarly.150 151 Después de
comer Hitler se retiró a sus habitaciones y regresó poco después acompañado de
Eva Braun para una última ceremonia de despedida. Allí estaban presentes Martin
Borman, Joseph Goebbels, Wilhelm Burgdorf,Hans Krebs, Otto Günsche, Walther Hewel, Peter Högl, Heinz Linge, Werner Naumann, Johann Rattenhuber y Erich Voss además
de Magda Goebbels, Else Krüger y las otras tres mujeres asistentes a la comida.152 151 Hitler les
dedicó solo unas pocas palabras y, tras estrechar las manos a todos, regresó a
su estudio de donde solo volvió a salir para visitar a Magda Goebbels que,
angustiada por su futuro y el de sus hijos, probablemente le pidió que
reconsiderara su decisión de no abandonar Berlín. Después de la conversación,
poco antes de las 15:30 horas, se encerró por última vez en su despacho
acompañado casi inmediatamente por Eva Braun.151
Todo el grupo, al que se unió en el último momento Artur Axmann, permaneció en
espera mientras Günsche hacía guardia ante la habitación y, tras unos diez
minutos en los que no se oyó ningún sonido,e fue Linge
quien asumió la responsabilidad de abrir la puerta haciéndose acompañar por
Bormann. Encontraron a Hitler y Eva Braun sentados en el sofá del despacho;
ella recostada a su izquierda desprendiendo el olor a almendras amargas
característico del ácido prúsico y con un revólver al lado que no llegó a
utilizar, mientras que Hitler tenía a sus pies la pistola Walther PPK de 7,65 mm
con la que se había disparado un tiro en la sien derecha de la que seguía
manando la sangre.154 155 f
Confirmadas las muertes de ambos, sus cadáveres fueron envueltos en
mantas proporcionadas por Linge y fue también él mismo, con ayuda de tres
miembros de las SS, quien se hizo
cargo de transportar el cuerpo de Hitler hasta los jardines de la Cancillería,
para lo que era necesario subir un tramo de escaleras de unos siete metros y
medio. Por su parte Bormann sacó el cuerpo de Eva Braun y se lo entregó a
Kempka en el pasillo, quien a su vez se lo cedió a Günsche para que lo
ascendiera por las escaleras.157
En medio del incesante bombardeo soviético Günsche colocó los cuerpos,
Eva Braun a la derecha de Hitler, en el terreno llano del jardín a unos tres
metros de la puerta de salida del búnker y, después de verter sobre ellos la
gasolina proporcionada por Kempka, consiguió encender la pira con ayuda de
Linge y Bormann. Cerraron rápidamente la puerta y el grupo, completado por
Krebs, Burgdorf y Goebbels, descendió a la seguridad del búnker tras alzar los
brazos en un breve saludo de «Heil Hitler».158 159
Una media hora después Günsche ordenó a dos miembros de la guardia
personal de Hitler, Ewald Lindloff y Hans
Reisser, que se encargaran de enterrar los cadáveres. Lindloff lo hizo en
alguno de los cráteres de bombas que se habían formado en el jardín, donde ya
se estaban depositando los restos de otras víctimas procedentes del hospital
que se había instalado en la Cancillería, y declaró que los cadáveres estaban
«completamente consumidos» y en un «estado terrible», muy probablemente además
dañados y posteriormente dispersos por efecto del bombardeo que todavía
continuaría un día más. Otros dos guardias del exterior del recinto, Hermann
Karnau y Erich Mansfeld,160 confirmaron
que los cuerpos estaban «carbonizados, encogidos e irreconocibles». A las seis
y media de la tarde Günsche le confirmó a Reisser que Lindloff ya había
completado la tarea y que no era necesaria su ayuda.161
Siguió una conferencia a la que asistieron Bormann, Goebbels, Krebs,
Burgdorf, Axmann y seguramente también el general Wilhelm Mohnke en la que se
decidió enviar a Krebs, que hablaba ruso como antiguo agregado militar en Moscú, para intentar
entrevistarse con Gueorgui Zhúkov y entregarle una carta firmada por Bormann y
Goebbels en la que se le informaba de la muerte de Hitler y se tanteaban las
condiciones de un armisticio o una rendición.g Krebs salió
del búnker a las diez de la noche y solo se obtuvo una respuesta definitiva a
las seis de la mañana en la que Zhúkov exigía una rendición incondicional que
debía anunciarse ese mismo día.163 164
No fue hasta las 10:53 de la mañana del 1 de mayo cuando el almirante Karl Dönitz recibió
en Plön la primera
noticia de ello y de la muerte de Hitler en un engañoso telegrama redactado por
Bormann: «Testamento en vigor. Llegaré ahí lo antes posible. Hasta entonces,
creo que es mejor aplazar publicación. Bormann». A las 15:18 otro telegrama más
explícito, el último enviado desde el búnker y dictado por Goebbels, confirmaba
la muerte de Hitler sin especificar que se había tratado de un suicidio, le
anunciaba su nombramiento como presidente y adelantaba la lista de algunos
otros ministros, aunque finalmente Dönitz hizo caso omiso de ella entre otras
cosas porque nunca llegó a recibir el testamento con la lista completa.163 165
El anuncio público se retrasó unas cuantas horas hasta que a las 21:30
Radio Hamburgo anunció una importante noticia y a las 22:26 Dönitz en persona
comunicó su nombramiento y la muerte del Führer «esta tarde» luchando «a la
cabeza de sus tropas» contra el bolchevismo. Dönitz sabía que había muerto el
día anterior y, aunque hubiera supuesto que se había tratado de un suicidio
trató de ocultarlo para evitar la posible reacción de unas tropas que se
hubieran podido sentir abandonadas por el líder a quien habían jurado lealtad.166 167 Helmuth Weidling, al frente de la
defensa de Berlín, sí se lo comunicó a sus hombres el 2 de mayo, precisamente
para convencerlos de que dejaran la lucha.168 Además Dönitz
quería aplazar la capitulación total para permitir que continuaran la lucha los
ejércitos que intentaban desesperadamente escapar del Ejército Rojo y rendirse
a los aliados occidentales, pero no tuvo inconveniente en aceptar otras
capitulaciones parciales el 2 de mayo en Italia; el 4 de mayo en
el norte de Alemania, Holanda y Dinamarca; el 5 de mayo en el norte de los
Alpes y el día 7 en Austria.169
El destino del cadáver y las versiones de los soviéticos
Fotografía de Hitler manipulada por el ejército de los EE. UU. para
facilitar una posible identificación de un Hitler con su apariencia física
modificada.
En gran parte a causa de las distintas versiones dadas por los
soviéticos y su negativa a colaborar con las investigaciones de los aliados
occidentales sobre el final de Hitler y el destino de su cadáver, su muerte se
puso en duda durante mucho tiempo creándose toda suerte de mitos.170 El 2 de mayo
los soviéticos tomaron la Cancillería y comenzaron de inmediato la búsqueda del
cadáver de Hitler, que se le había encomendado a un destacamento especial
del NKVD llegado a
Berlín el 29 de abril.171 172 Como muy
tarde ya habían localizado sus restos el 9 de mayo porque ese día le mostraron
una caja de puros que contenía una mandíbula y dos puentes dentales a Fritz
Etchmann, un mecánico dental que había trabajado paraJohann Hugo Blaschke, el odontólogo de Hitler
desde 1938. Etchmann identificó los puentes como pertenecientes a Hitler y Eva
Braun.163
Por lo tanto a principios de mayo de 1945 los soviéticos ya habían
encontrado e identificado por lo menos algunos de los restos del cadáver de
Hitler.173 Además no
solo habían sido informados del suicidio de Hitler la misma noche del 30 de
abril por el general Hans Krebs,174 175 h sino que a lo
largo del mes siguiente también localizaron e interrogaron a muchos de los
demás testigos directos de los sucesos ocurridos en el búnker los últimos días
de abril, entre ellos a Günsche y Linge, a quienes habían
hecho prisioneros.177 178
Aunque durante ese tiempo los soviéticos no publicaron ningún comunicado
oficial al respecto, el 5 de junio durante una reunión celebrada en Berlín,
aseguraron a miembros del Estado Mayor de Eisenhower que habían identificado el cadáver de Hitler con casi absoluta
seguridad. Sin embargo el 9 de junio su actitud ya había cambiado radicalmente
y, durante una conferencia de prensa, Zhúkov negó que hubieran identificado los restos y especuló con la
posibilidad de que Hitler hubiera escapado de Berlín en avión en el último
momento. A continuación el comandante ruso de Berlín, Nikolái Berzarin, dijo que «en su
opinión» se había refugiado en algún lugar de Europa, probablemente en España con el
general Franco. A partir de ese momento el oscurantismo se convirtió en la permanente
actitud soviética y no volvieron a proporcionar ningún tipo de información
sobre el caso.179
Los rusos confirmaron finalmente en 1955 la muerte de
Hitler, pero no se mostraron evidencias muy sustanciales, salvo algunos
detalles odontológicos, lo que confirmaba a pesar de todo que los rusos tenían
los cuerpos.
Recientes versiones surgidas en los años 1990 del lado
ruso, confirman que los soviéticos (NKVD), después de una infructuosa búsqueda
en la que incluso llegaron a especular con la posibilidad de que en la
Cancillería hubiera permanecido un doble de Hitler mientras este escapaba de
Berlín, por fin dieron con los restos irreconocibles en parte de Hitler, Braun
y la familia Goebbels y que estos, secretamente aún para el mismo general
Zhúkov, fueron transportados en cajas especiales a la frontera, a un cuartel
militar que luego pasaría a ser territorio de la República Democrática Alemana.[cita requerida]
Estos restos permanecieron secretamente enterrados bajo un jardín de
dicho cuartel en la ciudad de Magdeburgo y sólo
algunas autoridades de la NKVD sabían dónde estaban, hasta que en 1970 fueron
exhumados, se extrajo el cráneo a Hitler y el resto de los cadáveres fue
incinerado para evitar que su tumba fuera objeto de veneración, y las cenizas
fueron lanzadas al río.180
No se ha podido dar con el cráneo de Hitler,
pero una parte signada como de Hitler, el hueso parietal de su caja
craneana, está en un museo soviético. Sin embargo, en
septiembre de 2009, el arqueólogo Nick Bellantoni anunció que,
luego de un análisis de ADN practicado a los restos, se determinó que el
fragmento del cráneo correspondería a una mujer de entre 20 y 40 años de edad.181
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